Algunas ideas sobre el periodo de la “Gran Depauperación” .
Opinión

Algunas ideas sobre el periodo de la “Gran Depauperación”

Jesús Gil Fuensanta, Profesor de la UAM y jefe de la Sección de Relaciones Internacionales de La_SEI.

Artículo de Jesús Gil Fuensanta, profesor de la UAM y jefe de Sección de Relaciones Internacionales de La_SEI.

La Historia es sin duda un gran catálogo de situaciones; del pasado podemos aprender modos de comportamiento, que aún con la diferencia de los años o siglos pretéritos, para nada se diferencian en exceso de reacciones o hábitos del hombre moderno.

Y grandes pandemias antes sucedidas mucho nos explica sobre el grave drama actual iniciado en este último invierno de 2020, en los planos humano, económico, social o político.

Tomemos en consideración no sólo las célebres “peste negra” de mediados del siglo XIV o la mal llamada “gripe española” de 1918-1920, sino otras menos acreditadas para el público general como son aquellas epidemias “europeas” de los siglos XVII a XIX(i), o las más recientes “gripe asiática” de 1957-1958, la “gripe selenita” de 1968-1970 y la “epidemia de cólera” de 1973.

La gripe de 1918 contagió a un 40% de la población mundial y fue la más letal del siglo pasado. Murieron al menos entre cuarenta y cincuenta millones de personas durante el transcurso de un año; a pesar de afectar especialmente a niños o personas ancianas, también fue severa con la población joven adulta, lo cual causó una gran parálisis económica y fuertes descensos del PIB durante la pandemia. Entre los países más afectados figuraba España donde, a pesar de la neutralidad bélica, falleció el 1% de la población: cerca de 200 mil personas, una cifra que se dobló en Francia e Italia. En los EE. UU. se contagió casi una tercera parte de la población y se estima que falleció un tercio de la población china. Las medidas sanitarias de entonces también se basaron en un fuerte confinamiento que supuso igualmente la parálisis de la actividad económica española de la época. Tras la súbita desaparición del virus en 1920, el país se sumió en la inestabilidad, estallidos sociales y las huelgas, además de producirse la dictadura de Rivera como resultado de un golpe de Estado. A nivel global, se cree que la pandemia de gripe aceleró el final de la Primera Guerra Mundial.

Otra pandemia que merece la pena destacar es la de la gripe A, subtipo H2N2, que comenzó en Yunnan antes de 1957, también conocida como “gripe asiática”, y que duró hasta 1959. Se trataba de un virus mutante que en Occidente afectó al principio sobre todo a poblaciones jóvenes. Su alta mortalidad superó de largo el millón de víctimas. Tuvo varios brotes; dos de ellos especialmente virulentos, el primero durante el otoño del 1957 coincidiendo con la “vuelta al colegio” y el segundo en enero-febrero de 1958. Afectó a un tercio de los españoles y las víctimas fueron cerca de diez mil personas en nuestro país.

La pandemia de gripe A subtipo H3N2 iniciada en 1968, y que duró hasta 1972 en algunos países. Fue conocida como “Gripe de Hong Kong” y en medios populares también como “gripe selenita,” porque su dispersión en Occidente, discreta en un primer momento, coincidió con la llegada del hombre a la Luna. Los estragos sociales y números de víctimas no se alejan de la gripe anterior, aunque ésta tuvo cuatro rebrotes, y se estima que los decesos mundiales alcanzaron el millón. La mitad de ellos (y en tan sólo unas pocas semanas) se produjeron en su supuesto centro de dispersión, Hong Kong, aunque los primeros síntomas se dieron en el sureste de China. En varios países occidentales (caso de Italia) afectó a un tercio de su población y ocasionó varias decenas de miles de fallecidos en el país. La mayor parte de víctimas en Occidente fueron personas de la tercera edad. El fuerte brote estadounidense pudo en parte contribuir a acelerar el final de la guerra del Vietnam, pues muchos soldados que regresaron a su país, eran portadores de la gripe A. En esta pandemia China y EE. UU. fueron los territorios con más víctimas; el balance se sitúa en más de cien mil decesos en Norteamérica. Cabe destacar que en esa época el hombre confiaba más en sus gobiernos y en la ciencia que en los tiempos presentes. Los estudios reflejan que no hubo pánico en las calles. Hoy en día, el virus H3N2 sigue existiendo como una gripe estacional, aunque existe vacuna preventiva.

A la expansión de estas últimas pandemias posteriores a la Segunda Guerra Mundial, contribuyeron los viajes intercontinentales y los aeropuertos. Pero los adelantos médicos fueron una importante arma contra la lucha, además del sistema médico, pese a vivir momentos dramáticos, que lo pusieron a prueba.

Las diversas oleadas de la epidemia de cólera de 1971-73, también tuvieron una escala global, aunque no fueron interpretadas en un primer momento como una pandemia por la OMS. Los afectados y decesos parece que fueron varios centenares en toda Europa. Pero coincidió con el turbulento año de la crisis del petróleo y la guerra del Yom Kippur(ii). En 1971 la epidemia de cólera se cernió sobre España. Con posterioridad, en 1979 hubo otra, que tuvo discreto eco en los media mundiales durante la época de la transición(iii).

Además, por su dispersión mundial y temporal (a lo largo de meses), “salto de especies” (de aves o porcinas al hombre), brotes, estadísticas de afectados y decesos, y duración podemos obtener quizás escalofriantes paralelos de esas pandemias del siglo XX con el presente. En aquellas además las poblaciones no occidentales fueron incluso más castigadas; y nos preguntamos si así está sucediendo en la realidad coetánea.

Es irónico que las tres últimas o las dos primeras mencionadas tuvieron un más que probable origen en el actual territorio de China (incluida la conocida como “española”, tal como han ido apuntando hasta hoy diversos expertos desde que lo propugnó, en 1993, el pionero Claude Hannoun del Instituto Pasteur).

De estas experiencias históricas se pueden apuntar algunas ideas para poder prevenir posibles escenarios históricos futuros, algunos más benignos que otros, y en especial aprender de las bancarrotas económicas que los acompañaron o siguieron en el tiempo.

Hoy día no nos encontramos ante un “colapso de civilización o del estado del bienestar”, pero sí estamos ante una “gran depauperación económica” en ciernes. El mencionado escenario de empobrecimiento poblacional es preocupante y pone en relieve la necesidad de reacción urgente de la sociedad ante el mismo.

En el debacle económico y social actual hay varias industrias que parecen salir mejor paradas (a pesar de sus diversos problemas y “letra pequeña”): la alimentación, la energética, la farmacéutica, los transportes, y la tecnológica. Claro, y una mención especial para la banca y la circulación de dinero(iv). Si se detuviesen, la repercusión de una debacle sería mayor sin duda.

También instituciones estatales como la Policía o el Ejército español han visto reforzados no sólo su imagen sino su papel en la sociedad. España pese a ser lo que llamaríamos una “potencia media” en términos geopolíticos globales, presenta un número que considero limitado de integrantes de sus fuerzas armadas o la misma Policía. El prestigio obtenido por las “fuerzas del orden” en esta primera parte de la crisis grave de Invierno/Primavera de 2020 es un momento de inflexión clave para ofrecer nuevas oportunidades de empleo, y aumento de cupo de efectivos en un futuro medio.

Pero hay otros sectores económico-empresariales que pueden abocarse a un abismo si no se remedia, como son las divisiones de la moda, artesanías y ornamentos, mobiliario, construcción de viviendas o elementos de transporte de personas, navíos, editoriales, cine, música, teatro, y otros del mundo del ocio y entretenimiento, por no citar al sector turístico.

Visto este panorama, en España al igual que otros países, nos encontramos, siempre desde mi punto de vista, ante dos posibilidades principales de inversiones a gran escala, lo que podríamos llamar informalmente como un nuevo “BIG DEAL”.

Salta a la vista que hay que potenciar en un primer lugar la inversión en aquellos sectores económicos que están siendo cruciales en el mantenimiento del modo de vida previo a la primavera del 2020.

Mucho se habla durante las últimas semanas acerca de la posibilidad de tener (o no) vacunas. Sea cual fuese el resultado, constituye una gran oportunidad tanto para la industria farmacéutica como para los gobiernos, incluso llegando al caso de futuras joint-ventures para prevenir pandemias aún lejanas en el tiempo.

El profesor Gil Fuensanta, que escribió este artículo en los primeros meses de la pandemia, continuó expresando: Ahora que llega el estío y el “buen tiempo” en el hemisferio norte es un momento clave para la construcción de grandes áreas y facilidades de emergencias sanitarias, incluyendo edificios y accesos de descontaminación. Se abre otra posibilidad de cooperación gubernamental y empresarial a una gran escala. Un peldaño más en el “Big Deal”.

Sin embargo, para aquellos otros sectores que han visto mermada o paralizada su actividad económica estos meses, se abre un gran desafío, pero también una gran y única posibilidad: Una reconversión de su actividad económica-productiva, una especie de “efecto Nokia”, cuando la compañía finlandesa creada en 1865 y centrada en el sector de celulosa y papelería decidió en 1960 pasarse al sector de las comunicaciones y alta tecnología. Visto así, grandes o pequeñas empresas previamente dedicadas a diversos o multitud de productos, acaban produciendo uno o pocos bienes, incluso diferentes, aunque partiendo de la misma base industrial; eso sí la alta tecnología tendrá un peso clave. Esta “reconversión” se puede aplicar no sólo a empresas fabricantes de aviones o ferrocarriles, sino a empresas de Moda, Espectáculo, Artesanía, Mobiliario, por citar varios campos ante el desafío de la “gran depauperación” en ciernes.

La industria espacial puede ser la meta factible de muchos de aquellos sectores económicos que se enfrentan a una depauperación, es decir un estancamiento abismal. Incluso la meta para cierto turismo, que puede oscilar de la sensación de un breve vuelo supra orbital a pasar un fin de semana en una estación orbital a modo de hotel extraterrestre. Un nuevo turismo, no masificado (“de lujo”) en un primer momento, pero que puede canalizar multitud de inversiones de todos los sectores que se enfrentan al desafío abismal de un desastre. Por paradoja, la industria espacial es la oportunidad de oro en una época en que la Tierra se enfrenta a uno de los más peligrosos desafíos globales de su Historia. Pero… ¿Qué ocurrirá cuando se establezcan museos, representaciones de ballet o teatro, incluso filmen películas en las estaciones u hoteles supra orbitales o en el espacio? El mundo cambiará a mejor. La economía habrá encontrado un gran escape. Y el virus COVID-19 habrá comenzado a diluirse en el espacio.

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