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Opinión

Marcuse, el gran olvidado de mayo del 68

Felipe-Carballo-Ríos

Felipe Carballo Ríos.
Doctor en Ciencias Económicas.


A lo largo de estos meses, el cincuentenario de los acontecimientos de Mayo de 1968 en París, que conmocionaron al mundo y pusieron en jaque al Gobierno del Presidente de Gaulle, está generando al respecto centenares de artículos y comentarios en prensa y demás medios de comunicación digital, pero curiosamente en ninguno, por lo menos en los que he leído, oído o comentado, se menciona al filósofo Herbert Marcuse, cuya influencia pienso, fue fundamental en la génesis de las actuaciones y debates que provocaron las revueltas de Mayo de 1968.

En este sentido no podemos olvidar aquellos que vivimos algunos de estos hechos las fuertes protestas contra la guerra de Vietnam en Estados Unidos y en particular en las universidades de California como Berkeley y la UCLA, influencian a la Universidad francesa, que a través de la UNEF y otras organizaciones estudiantiles se solidariza con protestas y manifestaciones en París y Lyon en los años 66 y 67.

En este contexto Herbert Marcuse, que desde su cátedra de Sociología la Universidad de California en San Diego fue impulsor de estas protestas, presenta en París la edición francesa de su última obra “El hombre Unidimensional” cuya lectura y debate impactan en el mundo universitario, en especial en las facultades de Ciencias Políticas y Sociología originando debates, como al que asistí en “La Joie de lire” en la rue Saint Severine, que me permitieron intuir lo que se empezaba a denominar “la nueva izquierda”, la cual ponía en duda la capacidad y disposición de una clase trabajadora adormecida por el incipiente estado del bienestar y sus acomodaticios sindicatos de clase, cuyos objetivos en un marco de consumista y de creciente desarrollo del estado del bienestar les impedía propiciar los cambios sociales, económicos y políticos que empezaban a alumbrar las crecientes demandas de ruptura generacional.

En paralelo, un grupo de estudiantes ácratas de sociología entre los que destaca un brillante estudiante alemán llamado Daniel Cohn Bendit, comienza a darse a conocer al provocar enfrentamientos con la policía en Antony curiosamente no por actuaciones políticas sino en defensa de algo tan vital como era la libertad de visita nocturna a los alojamientos universitarios femeninos, que provocan su expulsión del Campus y su traslado a la recientemente creada Universidad de Nanterre donde se caracterizan por una crítica activa al cerrado y estático modelo universitario francés, que termina con la ocupación de la Universidad el 22 de marzo de 1968, que daría el nombre a un colectivo que se convertiría en el grupúsculo más provocador y reivindicativo del escenario político universitario y que en menos de dos semanas desencadenaría una crisis política que amenazaría la estabilidad de la tercera República.

Por otro lado, siempre me intrigaron dos aspectos de la génesis y desarrollo del que sería Mayo del 68. Por un lado las casualidades en que se desenvuelve la influencia que desempeña el profesor de sociología, alemán de origen judío que sufrió persecución nazi, Marcuse, a través de sus ensayos políticos sobre el joven y brillante ácrata alemán Daniel Cohn Bendit, estudiante de sociología, también de origen judío cuyos padres también tuvieron que huir de la Alemania nazi.

Aunque se comentara posteriormente que pocos miembros del movimiento 22 de Marzo habían leído a Marcuse, lo cual no era su caso, creo que la tentación de pasar de la teoría doctrinal, a la práctica política, marco su continua provocación política contra el “establishment”, cuya culminación en los primeros días de Mayo, coincide curiosamente con la presencia de su hacedor Marcuse en Paris, invitado por la Unesco que aunque regresara a Alemania antes de la culminación de las barricadas, nadie podría dejar de pensar si quería ser testigo directo del desarrollo practico, de sus teorías políticas.

Si bien el desarrollo posterior de la revuelta, marginado el mundo universitario y sus ideas de cambio, fuera fagocitada por el movimiento obrero y sindical CGT y CFDT forzando los Acuerdos de Grenelle y los partidos políticos PSU y PCF pidiendo la dimisión del Gobierno Gaullista, es decir cambios dentro del “establishment”, el final de la denominada grandilocuentemente “Revolución de Mayo” como se definieron para la historia las revueltas estudiantiles, termino confirmando que el “grafiti” “Debajo de los adoquines esta la playa”, era cierto, el deseo de la clase trabajadora de poder pasar sus vacaciones de verano en la “playa”, prevaleció sobre los adoquines revolucionarios que la cubrían… confirmando las aseveraciones de Marcuse que dudaba que la clase trabajadora y los intelectuales, integrados en el estado del bienestar y la religión consumista, los inhabilitaban en mayor medida a unos y en menor medida a los otros para asumir la soñada Revolución.

Felipe Carballo Ríos.
Doctor en Ciencias Económicas.

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