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¿Por qué las empresas abandonan China? según BusinessGoOn

BusinessGoOn analiza las razones por las que muchas multinacionales abandonan el gigante asiático. La noticia saltaba a la palestra hace unos días: muchas empresas multinacionales están abandonando China. Grandes marcas como Telepizza, Supermercados Día, Tous o Desigual han anunciado su retirada del gigante asiático. BusinessGoOn, consultora especializada en internacionalización de empresas, ha analizado las razones por las que muchas compañías han decidido marcharse de este territorio, pero insiste en que un buen proceso de internacionalización con una estrategia y un departamento internacional bien definidos, siguen haciendo de China el país de las grandes oportunidades.

Uno de los primeros frenos que se pueden encontrar las compañías extranjeras es el abuso de poder de las autoridades. Existe poca transparencia y, en ocasiones, arbitrariedades en procesos públicos. “Es habitual que a la hora de otorgar licencias o permisos de actividad tengan que estar aprobados por órganos inferiores y poco cualificados que no otorgan valor a los extranjeros”, ha explicado José Luis Martín, CEO de BusinessGoOn. Por otra parte, hay que entender la idiosincrasia del consumidor chino, que tiende a defender los productos nacionales frente a los extranjeros. Y en este sentido cobra mucha importancia las campañas de marketing de las empresas locales. “Normalmente, las multinacionales vienen con sus grandes agencias de marketing de sus países de origen, que aplican las mismas técnicas que en los países occidentales. Las agencias de marketing locales, en cambio, conocen el terreno y, además, son más baratas, por lo que no suponen un elevado coste para las compañías”, ha añadido. En ocasiones, las empresas que acuden a China no prevén que se pueden encontrar con sanciones que en muchos casos son abusivas. Se dan trabas administrativas para operar y el desarrollo de la actividad está sujeta a condiciones de inspección, que pueden avocar a multas desproporcionadas en términos monetarios o incluso suspensión de actividad.

Esto viene determinado por la frontera cultural. “Está demostrado que la estructura de pensamiento en Asia difiere en términos significativos con el pensamiento occidental. Los puntos de encuentro, los tiempos de desarrollo y la asignación de prioridades son algunas de las diferencias que chocan con los planteamientos del pensamiento occidental. Muchas empresas acuden a China con los mismos esquemas de trabajo que en sus sedes de origen y esto es otro gran error”, ha destacado el experto de BusinessGoOn. “Todo esto sucede porque se está en China, pero con mentalidad occidental, incluso en estimaciones de inversión”, ha apuntado. Las previsiones realizadas, según los modelos de producción y consumo occidentales para mercados asiáticos, no se ajustan por completo a la realidad y experimentan las subsiguientes desviaciones sobre las expectativas de los empresarios occidentales. Fundamentalmente los tiempos de los flujos de inversión y el retorno de los mismos son la principal causa de numerosos fracasos empresariales. “Se cree que China es la gallina de los huevos de oro y que el éxito surge de la nada”, añade el experto. Todo lo contrario, muchos de los fracasos empresariales se deben fundamentalmente a que sus recursos de inversión son insuficientes. Sólo eso. Según los datos ofecidos en una encuesta realizada por Boston Consulting Group, se constata que en la práctica dichas empresas no contaban con las capacidades suficientes para abordar el mercado chino. Por lo tanto,  la capacidad para poseer una ventaja competitiva sobre competidores locales se diluye. Sólo el 13% de las empresas que aterrizan en China declaran tener ventaja competitiva sobre los competidores locales (BCG 2013). La rápida industrialización del país, la laxa legislación en materia de propiedad intelectual y patentes hace que los productores locales produzcan productos similares a costes inferiores. “Se requieren resultados ya”, dice Martín. No se tiene en cuenta el alto nivel de burocratización para proceder ante cualquiera de los ámbitos institucionales chinos (desde la contratación de empleados a través de las agencias chinas autorizadas, hasta la repatriación de capital gravado inexorablemente por la Hacienda china). Evidentemente, esto supone la ralentización de procesos que afectan directamente a la rentabilidad de las compañías, que no pueden obtener los resultados que desean a corto plazo. Para el CEO de BusinessGoOn, “las empresas extranjeras deberían pensar en los resultados a largo plazo, más que a corto plazo en China, aunque el mercado laboral chino haya que entenderlo más bien de forma cortoplacista”. Los índices de rotación de empleados en China son de los más altos del mundo. La falta de continuidad en la plantilla desplegada o de los puestos clave dificulta la estabilidad y continuidad de las iniciativas empresariales extranjeras.  No obstante, hay que tener en cuenta que el Gobierno chino quiere impulsar las contrataciones indefinidas en detrimento de las contrataciones temporales. Eso implica la implantación de políticas que endurecen y encarecen los despidos.

A pesar de todos estos vaivenes, el desplazamiento de trabajadores occidentales a China, como han hecho algunas empresas, tampoco es la solución. Por último, los departamentos internacionales de las empresas que quieran instalarse en China también deberían considerar los altos índices de corrupción de la zona. Según Global Financial Integrity este país es uno de las mayores fuentes generadoras de dinero ilícito (3,79 billones de dólares desde 2000 según el estudio realizado por esta firma). “Es muy importante que se contemplen todos estos factores en la estrategia de internacionalización para poder actuar frente a imprevistos.  Un dato para  invertir en China se espera en el año 2020 la clase media china aumente a unos 600 millones de habitantes, impulsada por una  rápida urbanización del país,  es decir, habitantes con poder adquisitivo para gastar y consumir, se convertirán en la base de un crecimiento económico del 7-8% anual”,  opina José Luis Martín. Asia es el continente más extenso y poblado de la Tierra, con cerca de 44.000 millones de kilómetros cuadrados, tiene una población de 4.200 millones de habitantes, el 60% de la población mundial. Contribuye con una cuarta parte del Producto Interno Bruto (PIB) de la economía mundial, aproximadamente. Las economías asiáticas han mejorado su situación respecto al 2012-2013 y crecerán a una media del 6,7% en 2014. La contribución al crecimiento del PIB real basado en las ponderaciones de la paridad del poder adquisitivo PPA de China es más de 30%. Un año más, el gigante chino se mantiene como el motor principal del crecimiento económico regional con dígitos del 8% para 2014, gracias a su fuerte consumo interno y la inversión. “Además, si no nos adaptamos a las características socieconómicas del país en el que nos queremos establecer, vamos a tener dificultades en China como en cualquier otro mercado. En este caso se trata de convertirse en un dragón para estar a la altura de un país que arde en oportunidades”, concluye José Luis Martín.

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