El mensajero de la recesión - Moneda Única

José María Triper
Corresponsal económico de elEconomista.


La importación, que siempre ha sido uno de los termómetros más fiables para medir la temperatura de la economía, empieza a indicar signos de fuerte desaceleración de la actividad, que afectan especialmente a dos sectores básicos para el crecimiento: los bienes de inversión y el consumo duradero.

La luz roja empezó a encenderse en abril, cuando la tasa de crecimiento interanual de nuestras compras en el exterior perdió más de diez puntos porcentuales con respecto a marzo. Desde entonces inició una senda descendente, interrumpida ligeramente en junio, hasta marcar un descenso nominal del 1,9 por ciento en julio, mes en el que el valor de las importaciones españolas se situó en 20.277 millones de euros y que marcan la primera caída de la actividad importadora desde el mes de febrero de 2010.

Un deterioro que es mucho más relevante en términos reales, es decir, descontando la subida del 9,3 por ciento de los precios y que eleva a un 10,3 por ciento la caída de las importaciones en volumen. Y estas cifras incluyen las compras de productos energéticos (petróleo y gas natural), que representa el 21,5 por ciento de todas nuestras importaciones y que en julio subían un 12 por ciento en valores nominales.

Síntoma inequívoco de la caída en la demanda interna, es la concentración del desplome importador en los sectores de inversión, como los bienes de equipo y las materias primas, que registran retrocesos del 13,5 por ciento y 25,1 por ciento, respectivamente. Mientras que la caída en los productos químicos era del 7,3 por ciento.

Igualmente son significativos los descensos en los bienes de consumo, tanto en los duraderos (electrodomésticos, electrónica de consumo y muebles, entre otros) que cayeron nada menos que el 39,1 por ciento, como en las manufacturas (textiles, confección, calzado y juguetes), que retrocedieron el 12,7 por ciento.

Sin embargo, en este adverso panorama resulta sorprendente el cambio de tendencia registrado en el sector del automóvil, que muestra un incremento del 26 por ciento en las importaciones de vehículos terminados, generalmente coches de lujo y alta gama,

-que demuestra que la crisis no afecta a todos por igual- y del 7 por ciento en las del subsector de componentes. Este último dato parece confirmar que la industria española de la automoción está compensando la caída de las ventas de coches y motos en el mercado interior con las exportaciones, que entre enero y julio registran un aumento del 19,5 por ciento respecto al mismo período del año pasado.

En el acumulado de los siete primeros meses de 2011 la variación interanual de las importaciones mantiene todavía un saldo positivo del 10,3 por ciento, totalizando 150.706 millones de euros, por el buen comportamiento del primer trimestre. Sin embargo, en volumen, descontando la subida del 9,1 por ciento de los precios, la mejoría se reduce a sólo el 1,1 por ciento.

Pero, además, el contraste de la evolución de las importaciones españolas con las de nuestros principales socios comerciales sitúa a España en el último lugar de los países de referencia. España es, con su -19 por ciento, el único que presenta tasas negativas en sus compras durante el mes de julio, mientras que suben el 1,8 por ciento en Francia, el 9,9 en Alemania, el 6,1 en Italia y un 4,5 por ciento de media para la eurozona, además del 13,9 en Estados Unidos y el 21,7 por ciento en Japón.

Y también ocupa España el último lugar en la comparación de la actividad importadora para el acumulado de los últimos doce meses, ya que el 11,5 por ciento que marca nuestro crecimiento importador es inferior al 13,7 por ciento de Francia, 19,5 de Alemania, 20,9 por ciento de Italia, 17,2 por ciento en la eurozona, 18 por ciento en Estados Unidos y 22,8 por ciento en Japón.

Y estos son datos reales y oficiales, y no previsiones trasnochadas como ese 1,3 por ciento de crecimiento para 2011, que el Gobierno se empecina en mantener cuando todos los expertos dicen que podemos darnos con un canto en los dientes si llegamos al 0,7. Pero, claro, ya dicen que rectificar es de sabios y aquí, entre nuestra clase dirigente, sabios, lo que se dice sabios, ni hay, ni se les esperan.

 

José María Triper
Corresponsal económico de elEconomista.

 

 

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