Enrique el Navegante - Moneda Única

Jesús Centenera.
Ageron Internacional.


Del análisis de la información

Hemos recorrido un largo camino durante estos meses, en estos artículos de Moneda Única sobre estudios de mercado y grandes exploradores, atravesando las interminables estepas y desiertos de Asia con Marco Polo, padeciendo frío y hambre, hasta la tragedia, en la inmensidad del polo sur con el capitán Scott, circunnavegando, sedientos y con escorbuto, los océanos de la tierra con Juan Sebastián Elcano, y padeciendo los mosquitos, las enfermedades, la humedad y el calor del corazón de África con Burton y Speke. Por ello, que cosa más normal que esperar que nuestro personaje de hoy fuera un intrépido aventurero que hubiera realizado grandes y peligrosos viajes, ¿verdad? Lamentablemente, lo más que llegó a viajar fueron los escasos 278 kilómetros que separan Lisboa de Sagres, donde residió y trabajó la mayor parte de su vida un hombre que era a la vez religioso y científico, culto, tranquilo y discreto. Me estoy refiriendo a Enrique, o “Henrique”, de Avis y Lancaster, Infante de Portugal y primer duque de Viseu, Gran Maestre de la Orden de Cristo, también conocido como Enrique el Navegante, aunque, en honor a la verdad, y como ya hemos adelantado, navegar, lo que se dice navegar, no navegó nada. ¿Porqué darle entonces fama universal e inmortal con nuestro artículo? (sic) Pues porque es conocido como el padre de la era de los descubrimientos, gracias a su doble trabajo de reunir y analizar todo el saber científico de su época relacionado con las exploraciones marítimas, así como por fomentar y financiar las distintas expediciones que saldrían de Portugal hacia el sur y el sudoeste durante años.

Desde  1416 hasta su muerte en 1460, reunió, en la “vila do Infante”, junto al Cabo de San Vicente en el extremo sudoeste de Portugal, a cartógrafos, marinos, astrónomos y otros especialistas de todo el mundo conocido, complementándolo con un observatorio y una escuela para la geografía y la navegación, que recogía lo mejor de la tecnología marítima y cartográfica de la época, como la versión medieval de las TICs. Al igual que pasa con los estudios de mercado, el principal problema al que se enfrentaba el mundo antiguo, no era la recogida de información, por compleja, larga y costosa que pueda ser esta tarea, sino el análisis de los datos obtenidos. Es en esa labor en la que se aporta valor, pasando de la descripción de los datos y documentos, a las conclusiones y recomendaciones necesarias.

Al igual que el Japón de la postguerra, Enrique siguió una política de recopilación de lo más avanzado de la tecnología existente y de los conocimientos disponibles, para incorporarlo a sus naves y a los mapas de sus científicos. Tuvo una actividad infatigable y fructífera: creó una cátedra de astronomía; innovó en la construcción de carabelas; discriminó entre los relatos de viajeros, árabes y europeos, llenos de datos interesantes, pero también repletos de fantasías increíbles; analizó los datos sobre las corrientes atlánticas y los vientos tropicales, vitales para la navegación; sobre las distancias y la orientación en alta mar; y sobre todos aquellos datos que serían imprescindibles para la aventura épica de los siglos XV y XVI, que verían la expansión por todo el planeta, de los dos países ibéricos hermanos, Portugal y España. Durante su vida, se exploraron las Azores y Madeira (discutiendo sobre Canarias con Castilla), Senegal y Guinea, superando por mar la barrera del Sahara africano. Y sobre la base de sus avances y recomendaciones, se pudieron llevar a cabo, tras su muerte, los descubrimientos y exploración de América, en general, y del Brasil en particular, de África, con los puestos de Angola, Sudáfrica y Mozambique, pasando luego al Índico y a Goa en la propia India, extendiendo la influencia de Portugal a Timor en Indonesia y Macao en China.

Le imagino cada tarde, en la torre del Castillo de Sagres, mirando hacia el sur y el oeste, sintiendo la suave brisa marina, con ese olor a sal y  a mar, en los hermosos atardeceres veraniegos, cuando el sol, perezoso y cansado, se acuesta lentamente sobre el Atlántico, cavilando sobre las últimas noticias, los últimos avances náuticos, los datos sobre las corrientes y los vientos, e interrogándose sobre ese último mapa tan extraño que había recibido. Si no tienes tanta imaginación como yo para recrear esos momentos, puedes ver, al menos, su estatua en Lisboa mirando al mar, rodeado de misioneros, frailes y poetas, como Luis Camoens, el autor de “Os Lusíadas”, y de sus “hijos”,  los ilustres descubridores portugueses: el “sudafricano” Bartolomé Diaz, el “índico” Vasco de Gama, el “brasileño” Pedro Alvares Cabral, y el “pacífico” Fernando de Magallanes, cuya fama inmortal no habría sido posible sin la intervención y esfuerzo de este hombre discreto y tranquilo, que dedicó su vida a la ciencia, clasificando, validando y analizando la información que otros recogían para él y para nosotros.

 

Las principales acciones para el análisis de la información de los estudios de mercado:

  • Utilizar, durante el trabajo de campo, una nomenclatura que permita identificar cada uno de los documentos, destacando su temática, su origen o fuente, la fecha de obtención y otros datos relevantes, para no perderse luego entre la montaña de datos.
  • Clasificar los documentos y datos según sus características, agrupando los que sean iguales o se refieran a un tema común, para poder manejar la información de manera conjunta y coherente.
  • Validar la información, preferentemente con varias fuentes o de otra manera, ya que no deberíamos transmitir información de la que no estemos seguros. Hay que depurar los datos e información que no sean fiables o de los que no tengamos certeza, para concentrar el análisis en los datos fiables. A veces no hay más remedio que utilizar un dato incierto, pero debemos destacarlo de esta manera, para no comprometer nuestra profesionalidad.
  • Jerarquizar la información según su importancia, para poder concentrar nuestros esfuerzos y la atención de los lectores, en aquellos temas que son verdaderamente relevantes para el problema que se quería resolver con el estudio.
  • Enmarcar la información en su entorno macroeconómico, situacional, temporal y de contexto sectorial o de negocio.
  • Analizar la información, agregando valor por medio de la comparación, las analogías, la causalidad, etc., es decir, aportar nuestra valoración e interpretación de los datos, proporcionando conclusiones y recomendaciones.

 

Jesús Centenera
Agerón Internacional.

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