La carga de la caballería polaca contra los tanques - Moneda Única
Opinión

La carga de la caballería polaca contra los tanques

Jesús-Centenera-(Ageron)

Jesús Centenera.
Ageron Internacional.


De las creencias falsas que nunca mueren porque a todos interesan

Eran casi las siete de la tarde, en ese primero de septiembre, y empezaba a refrescar junto a los bordes del bosque de Tuchola, con sus pinos y píceas que rodeaban los cientos de lagos de la hermosa región de Pomerania. El olor de la resina, el suave movimiento de las ramas, cargadas con sus piñas y sus piñones, el sol que se deslizaba perezosamente hacia el ocaso…, todas esas cosas otorgaban a la tarde ese aire de excursión de fin de semana a la naturaleza, en donde buscamos siempre recuerdos de nuestro pasado de cazadores-recolectores. Sin embargo, no era tarde para excursiones, porque, esa misma madrugada, amparados por las sombras de la noche, como los ladrones y los maleantes, las tropas alemanas del Tercer Reich se habían adentrado en Polonia, comenzando la Segunda Guerra Mundial, sin declaración de guerra, ni motivo alguno. Nunca hubo una noche más fría, ni una mañana más triste.

En esa zona se halla el 18º regimiento de los Ulanos de Pomerania, al mando del Coronel Kazimierz Mastalerz, que tiene órdenes de retrasar todo lo posible a los alemanes, para dar tiempo a reorganizarse a las tropas fronterizas polacas. Mira por los prismáticos desde la colina en la que controla los bordes del bosque y ve, en la parte de abajo, una posición alemana con tanques y vehículos blindados avanzando lentamente. Sin dudarlo, da orden al comandante del primer escuadrón, Eugeniusz ?wie?ciak, para que cargue contra los alemanes con sus 250 hombres y sus 250 caballos.

Los animales, que habían estado piafando y moviendo las cabezas de lado a lado, como si presintieran algo, se colocan en filas por escuadrones, y arrancan suavemente al paso. Luego, se van poniendo nerviosos unos a otros, bufando y dándose manotazos al trote, como encabritándose un poco, por lo que los jinetes tienen que retenerlos con las bridas, hasta el momento en que, estando a menos de 400 metros, ceden la mano, y les dejan iniciar un suave galope, que se acaba transformándose en una carga arrolladora a galope tendido, con las nobles bestias sudando, con las venas del cuello hinchadas y echando espuma por la boca. Los ulanos, han sacado sus sables o inclinan sus lanzas y se lanzan contra un muro de metal en el que sus armas son como insensibles picaduras de mosquitos en la piel de un paquidermo, mientras van siendo segados por las ráfagas de las ametralladoras y los obuses de los blindados. Mastalerz, se lanza al rescate con una segunda compañía, para intentar arrollar con sus caballos y sus caballeros a esas bestias del averno que se deslizan sobre sus orugas venenosas, aplastando los cuerpos de sus camaradas heridos, pasando por encima de los caballos despanzurrados. Impotentes, los supervivientes se retiran hacia el bosque, dejando muertos o agonizantes a sus jefes y varios de sus compañeros.

Y, sin embargo, todo esto nunca ocurrió. ¿Cómo se genera el mito? ¿Cómo se propaga la mentira? ¿Cómo se enraíza en la mentalidad colectiva de Occidente? ¿Por qué en Estados Unidos siguen haciendo chistes de polacos, como de tontos, sin saber que es una herencia envenenada de la filosofía racista de los nazis?

Porque, como sucede en muchos estudios de mercado, la realidad no vale tanto como las percepciones colectivas. Porque hay muchos intereses enfrentados, tanto entre naciones, como entre empresas, y, lo más curioso, incluso dentro de las mismas organizaciones. Entre todos la mataron y ella sola se murió. Porque la verdad o la realidad no importa, cuando hay otros intereses o cuando la inercia es tan grande, que es una tarea titánica intentar ir contracorriente. En esos casos, hay que tener mucha paciencia, presentar muchos datos y… aceptar muchas frustraciones.

Al lugar de la batalla se permite el acceso de varios periodistas alemanes y de dos extranjeros. Uno de los periodistas internacionales fue el gran Indro Montanelli, maestro de periodistas y excelente divulgador de historia, como pueden atestiguar todos los que hayan leído su Historia de los griegos o su Historia de Roma, aunque, en verdad, es su vida una historia que merece una película. En su azarosa y pintoresca trayectoria, Montanelli viviría en Francia, Noruega, Estonia, Lituania, Finlandia, Albania y Estados Unidos. Fue en este país en donde aprendió del también periodista Miller de United Press la frase que repetiría a menudo: “to always write as if writing to a milkman from Ohio”. Fue también corresponsal de guerra en Abisinia, en la Guerra Civil española y en el conflicto mundial, desde el mismo comienzo. Son sus crónicas las primeras que relatan una batalla imaginada, al ver los cadáveres de los ulanos y de sus monturas, junto a las unidades blindadas y acorazadas que llegaron con posterioridad, sacando conclusiones equivocadas. Es la perversa maquinaria del Doctor Goebbels la primera en destacar la astucia de los alemanes al mantener el secreto de la potencia de sus tanques y la idiotez de los “inferiores” polacos. Son los soviéticos de Stalin los que denigran a la oficialidad polaca de pre-guerra por su supuesta “estupidez”, la misma oficialidad que perecería asesinada de forma masiva en Kattyn. Pero es que, la misma Polonia comunista, produce una película, con título “Lotna” (1959) en el que se muestra la gallardía y la bravura de los polacos, “inventando” la escena de la carga en la batalla de Krojanty. Pero sin destacar que en realidad los polacos atacaron al 76 regimiento de infantería de la XX división motorizada, pero que nunca se produjo una carga suicida y estúpida de caballos contra blindados. Porque es también un hecho contrastado que los propios polacos tenían tanques, así como que las unidades de caballería iban equipadas con moderno armamento anti-tanque, habiendo hecho prácticas al respecto, como se demostraría en el resto de la campaña de Polonia. Pero las mentiras, como los tópicos, son difíciles de extirpar, sobre todo si hay muchos interesados en que se mantengan.

 

Jesús Centenera
Agerón Internacional.

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