Cadenas globales de valor

Cadenas Globales de valor y autonomía estratégica en los sectores industrial y agroalimentario, fue el título de una mesa redonda en la que expertos debatieron durante la Semana de la Internacionalización 2023, que se celebró en Madrid del 6 al 10 de febrero.

El 7 de febrero, en la sede de la Cámara de Comercio de España, se desarrolló esta interesante mesa donde se vio cómo los cambios pueden ser catalizador para mejorar la gestión internacional en la cadena de suministro sobre cuestiones troncales para el desarrollo de sectores tan relevantes como son agroalimentario y el industrial.

La mesa fue presentada y moderada por Jaime Montalvo, director de Internacional de la Cámara de Comercio de España. En ella participaron expertos como Francisco Aranda, presidente de la patronal española de logística y del transporte (UNO); Eva Pulido, Global Head Logistics & Supply Chain en ICEX; Juan Antonio Ballesteros, director de Internacional de COVAP y Carlos Seara Diéguez, director Comercial AgroBank Caixabank, quienes debatieron sobre los recientes cambios que hacen que sea necesaria la acción de la inteligencia competitiva, la diversificación de la oferta, proveer de alimentos más saludables o ecológicos, contribuir al desarrollo rural y adaptarse a los cambios que introducen la biotecnología y las nuevas tecnologías de la información.

Se abordaron las casuísticas en la reconfiguración de las cadenas globales de valor en los sectores industrial y agroalimentario; las amenazas, retos y oportunidades para las empresas españolas en el actual contexto internacional.

La importancia del sector agroalimentario

El sector agroalimentario se ha consolidado como prioritario en los últimos años para el desarrollo de la economía española. Crecimiento sostenido en cifras de ventas y empleo, generación de valor, aumento de exportaciones y referencias de la marca España (por sus sinergias con el turismo y la gastronomía) conviven con los retos de los numerosos subsectores de la cadena agroalimentaria, muy desiguales entre sí, sometidos a presiones reguladoras.

Algunos cambios en la cadena de suministro, integrando elementos de sostenibilidad, pueden ser el catalizador para mejorar la gestión internacional. Durante mucho tiempo la globalización de la economía ha representado para las pymes un desafío continuo. Los constantes cambios en la escena internacional añaden nuevos retos a la gestión de la estrategia internacional.

La deslocalización, el génesis

Uno de los factores que más contribuyó a la globalización fue la deslocalización de actividades productivas. Esta deslocalización ha provocado en los últimos años el desarrollo de las cadenas globales de valor.

Este fenómeno, provocado por la búsqueda de eficiencia empresarial, perseguía mejorar costes y optimizar la eficiencia productiva que se denominó offshoring. Es decir, la puesta en práctica de un modelo de subcontratación que persigue mejorar la competitividad internacional de las empresas.

Este modelo de éxito probado durante muchos años provocó un crecimiento del comercio internacional gracias a la necesidad de gestionar las importaciones y exportaciones derivadas de la extensión de las actividades de la empresa en muchas localizaciones diferentes, gestionando en cada localización -de manera directa o indirecta- una parte del valor del producto. Este es un modelo de éxito que en el que se entrelazan las actividades de aprovisionamiento de productos intermedios con la entrega de productos más elaborados hacia otros mercados.

Este proceso ha aumentado el volumen y la intensidad de los vínculos comerciales entre los distintos mercados y las distintas áreas económicas y esta gran interconexión de las actividades económicas ha sido un catalizador de la prosperidad internacional y por supuesto ha contribuido a la disminución de la pobreza.

La internacionalización ha impulsado una época de prosperidad y ha sido un factor para mejorar nivel de desarrollo y renta de muchos países. Este modelo de crecimiento de la subcontratación (deslocalización de actividades productivas y ruptura de tareas) empezaba a dar ya síntomas de agotamiento. Hemos visto cómo en algunas industrias se empezaban a relocalizar actividades.

Cambio de modelo

El bienio 2020-2021 supuso un punto de inflexión en este modelo. Los problemas de suministro, las dificultades de aprovisionamiento y los altos costes de los fletes internacionales, pusieron en evidencia los riesgos y vulnerabilidades de este modelo. En consecuencia, la tendencia a relocalizar los procesos se ha acentuado. En estos días el drama de la invasión de Ucrania ha acentuado el riesgo, en este por la dependencia energética.

La pandemia y las rupturas en las cadenas de suministro han puesto en evidencia la importancia que tiene China en las cadenas de suministro internacionales y en consecuencia la tremenda dependencia industrial y geoestratégica de China, con el consiguiente riesgo para las empresas del continente europeo.

El paradigma de dicho riesgo y dependencia se ve en los suministros de semiconductores. Así mismo, la ausencia de fabricantes en territorio europeo ha provocado retrasos inimaginables en la entrega de distintos productos, tanto productos de consumo como bienes intermedios.

Proximidad

La reconfiguración de las cadenas de valor busca la cercanía de los suministros desde áreas geográficamente más próximas.

La crisis impulsa la formación de cadenas de valor regionales que disminuyan los riesgos de aprovisionamiento que ya se ha expresado y, en la medida en que esta regionalización se produce, aparece la posibilidad de incorporar elementos de internacionalización sostenible.

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