Waldseemüller, Américo Vespucio y el poder del sexo - Moneda Única
Opinión

Waldseemüller, Américo Vespucio y el poder del sexo

Jesús-Centenera-(Ageron)

Jesús Centenera.
Ageron Internacional.


De las presentaciones brillantes de los estudios realizados por mis alumnos

¿Robar un mapa? ¿”Ese” mapa? ¿El que está en la vitrina de la galería de exposiciones del Thomas Jefferson Building? ¿Pero tú sabes la vigilancia que tendrá la Librería del Congreso de Washington? ¿Pero es que os habéis vuelto todos locos? Exclamó Javo no dando crédito a lo que les estaba proponiendo. “Es que éste lee poco y ve muchas películas, como la de Nicolás Cage, La búsqueda, y se cree que se puede entrar hasta la cocina”, afirmó rotundo Chemi. “La verdad”-dijo Lilly-“puestos a robar, que es algo muy feo, yo robaría en “Saks Fifth Avenue, que es más glamuroso”. “Hija, puestos a ir a la 5ª, yo mejor en Cartier” apuntó Patricia. “O en Tiffany & Co. un poquito más abajo” dijo Marita. “Ta-ta-ta-ta… ¡Chicas y joyas! “La buena cosa” “segggía” “gobag” la “ensaladega” de “Goland” “Gaggos””, sentenció Olivier.

Bueno, eso me pasa por planteárselo a los de “la banda de Pozuelo”, en lugar de contratar a unos profesionales. Aquí todo el mundo opinando, sin darse cuenta de que no es por los diez millones de dólares que pagó el Congreso por el mapa a un príncipe alemán, sino por el valor que tiene lo que es único. Ese mapa, realizado en 1507 por Martín Waldseemüller, y no otro, es el que contiene la primera aparición por escrito de la palabra “América” para designar el continente “descubierto” por Colón, algo que, todavía hoy, muchos consideran una injusticia, por no haberle puesto el nombre del Almirante de la Mar Océana. La explicación, plausible aunque exagerada, la encontramos en el excelente libro de Ken Jennings, “Un Mapa en la cabeza” (¿ves, como sí que leo?), en el que nos dice que: “El sexo -incluso si escribes sobre él en latín- siempre vende. A diferencia de los aburridos diarios de Colón autorizados para todos los públicos, las cartas de Vespucio son obsesivas y gráficas sobre el tema de la sexualidad de los nativos”.

Por eso, a nuestros alumnos de la asignatura de Estudios de mercado de la Fundación CECO y de ESIC, les insistimos tanto en la importancia de las presentaciones de los trabajos realizados. A cambio, ellos nos sorprenden siempre con su creatividad personal y con las nuevas tecnologías. Desde los que se han pasado al formato en Prezi, que va mostrando de manera elegante las diapositivas, dando un dinamismo que power point no tiene, hasta los que ponen videos, música o enlaces automáticos a páginas web, para presentar sus trabajos de manera innovadora, que nos haga olvidar, a veces, las limitaciones de su trabajo de campo o esas conclusiones cogidas, a veces, por los pelos. Luego está también “el teatro”, es decir, la vestimenta (todos iguales, con versión chico y chica), la manera de introducirlo (uno que pregunta a los demás, o una supuesta representación ante un cliente), por no hablar de traer muestras o enseñar los productos. De estos últimos, he tenido un ejemplo curioso hace unos pocos meses cuando un grupo (Gonzalo, Javier, Rocío y las dos Irenes) trajo chocolate para dar a probar a sus compañeros. Al principio me pareció un poco burdo, porque me ofrecieron incluso a mi, siendo el profesor en un Máster competitivo. ¿A quién no le gusta el chocolate? ¿De qué era sustitutivo? ¿Cómo resistirse a algo que rompe la monotonía? Me encanta que los alumnos me sorprendan, que hagan cosas originales que pongan de relieve que han trabajado y han estado pensando en cómo diferenciarse, pero…, ¿No era un poco forzado? ¿No se daban cuenta de que era muy obvio, para mí y para todos? Sin embargo, dijeron que habían incluido en el trabajo de campo varias catas al público, como elemento original, para poder valorar la opinión de la demanda, no sólo desde el punto de visto teórico de marcas y productos, sino también desde el punto de vista organoléptico, para identificar las apreciaciones sobre los distintos sabores y las distintas calidades. Y, en ese momento, sacaron el conejo de la chistera. Comentaron, como sin darle importancia, que sólo habían cometido un error en dicho trabajo, que era que habían dado a probar varios tipos y marcas, que mencionaron, pero que había una categoría importante que habían pasado por alto, y que ahora les presentaban a sus compañeros para que les ayudaran y les dieran su opinión, haciéndoles participantes de su estudio. Obviamente, eran las marcas blancas, como se apresuraron a decir varios de sus compañeros. ¡Qué golpe de efecto! Transformar un reparto algo artificial de chocolate entre el público, en una cata en directo el día de la presentación, reconociendo una supuesta omisión y con una pregunta de fácil respuesta para que todos estuvieran contentos.

Si hacemos caso a la sentencia del poeta místico persa, Yalal ad-Din Muhammad Baljí, conocido también como Celaleddin Mehmet Rumi, en turco: “Tú eres lo que estás buscando”, no es tan injusto que Colón se quedase “sólo” con el mérito de ser el primero en dar noticias en Occidente de su viaje, pero que sea Américo Vespucio el que, de verdad, mereciera el honor de dar su nombre a un continente nuevo, porque así lo entendió, definió y, sobre todo, lo propagó, con o sin referencias especiales al chocolate. Como ya afirmaba en otro artículo, tan importante como hacer un buen trabajo es saber venderlo, para que la gente lo haga suyo, como nos pasa con el mapa del cartógrafo flamenco Gerardus Mercator de 1569, que sigue imponiéndose como representación cartográfica del mundo, a pesar de los errores indicados por el historiador alemán Arno Peters y su proyección del año 1973, continuadora de la proyección ortográfica de Gall de 1855, en la que se alargan los continentes hacia el sur, para representar las verdaderas superficies de la superficie de la tierra. En cuanto al robo del mapa, aunque factible, lo descartamos finalmente, porque está mejor allí, pero… ¡Qué tiemblen los joyeros de Nueva York!

 

Jesús Centenera
Agerón Internacional.

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