Jesús Centenera.
Ageron Internacional.
De cómo apreciar la información subliminal
El anciano está risueño, feliz como un niño pequeño. Se levanta, saluda, sonríe, aprieta las manos de la gente con sus manos arrugadas y curtidas, posa para la foto, se vuelve a sentar, sigue firmando libros, se vuelve a levantar, saluda, posa para la foto, etc., de manera infatigable. Pero es lógico, ¿no? Tras haber pasado penurias sin límite en el campo durante una larga vida (recuerda que los campesinos pobres no tenían adolescencia, ni juventud, pasando de la niñez a la edad adulta bruscamente), ahora es una estrella, él, Yang Jun Peng, el “descubridor” de una maravilla de arte (o al menos uno de ellos, el escogido por el Estado chino para “poner una cara”, para tener un “héroe de carne y hueso”), Patrimonio de la Humanidad, como son los guerreros de Terracota de Xi’an. Aunque los hayas visto decenas de veces en la tele o internet, como láminas de libros de historia o de China, o en alguna exposición itinerante, la sorpresa es total al contemplar el conjunto, las largas hileras en formación de los 7.000 guerreros, arqueros, generales y caballos que forman el conjunto del mausoleo del primer emperador de China, Qin Shi Huang. La experiencia es tan intensa, tan abrumadora, que una multitud de todos los pueblos y razas se agolpa en la tienda para intentar capturar, envasar y transportar un poco de esa belleza de regreso a casa. Es “el deseo de la cosa”, “el anhelo de la posesión” (vendría bien citar a Kant y su teoría sobre el querer, el deseo, el placer, lo bueno y la belleza pero a estas horas y sin anestesia…, buff, te lo ahorro). Es todo el negocio de los souvenirs, tan antiguo como los viajes culturales (y no tan culturales). En algunos casos para poder decir, como los estadounidenses, eso de “been there, done that”. En otros, y al igual que las fotos o los videos, por un genuino deseo de fijar en nuestra frágil memoria ese momento tan maravilloso o especial, aunque haya gente que dedique más tiempo a filmar el viaje para contarlo, que a disfrutarlo.
Pero volvamos a nuestro protagonista, Yang Jun Peng, ese pobre campesino que excavando un pozo para buscar agua (y esto siempre es una actividad colectiva), en 1974, encuentra varias figuras caídas, las que hoy corresponden al “pozo 1”, e informa a las autoridades locales, que, a su vez, informan a Pekín (dicen algunos que hoy se llama “Bei Jing”, pero yo crecí con los de los de 55 días). No era la primera vez que encontraban trozos de cerámica con formas, incluso pintadas, pero siempre los habían despreciado, apartándolos del campo en el que trabajaban. A una persona con más formación le hubiera parecido un indicio importante, pero no a esos hombres recios que batallan cada estación contra el suelo, las plagas y la meteorología. Malo si hay sequía. Peor si hay lluvia torrencial. ¿Se adelantará el invierno? ¿Se alargará el verano? ¡Como para detenerse por trozos de cerámica, aunque fueran cientos, con los problemas reales que tenemos! Lo que me recuerda lo que me contaron de un viejo campesino en un yacimiento arqueológico romano de Extremadura, cuando estaba haciendo fotos para la web RomanHeritage®: “Aquí había muchas piedras con letras, pero las tirábamos a los lados para que no molestasen al arar los campos”. ¡”Piedras con letras”! Porque está muy bien eso de la cultura y la preservación del patrimonio, pero hay que dar de comer a los hijos y el campo es muy duro.
Cuando hacemos estudios de mercado, también vamos encontrando trozos de arcilla pintada que nos indican que hay un tesoro oculto a la vista, rico en detalles y contenido, pero que hay que saber identificar. Lo más difícil no es recoger la información, sino ser capaces de identificar pistas y detalles que nos lleven a una mayor profundización en el tema, “excavando” para ahondar un poco, yendo más allá de lo que todo el mundo ve, pero no mira, oye, pero no escucha, toca, pero no siente. Si el trabajo consistiera sólo en plasmar la realidad aparente, ¿qué valor añadido estaríamos dando? ¿En qué se diferenciaría la visión del experto de la del profano? Por eso, hay una doble habilidad a desarrollar para realizar este trabajo de los estudios de mercado internacionales. En primer lugar, tener los sentidos despiertos durante el trabajo de búsqueda, tanto de gabinete, como de campo, pero especialmente en este último, ya que puede que no haya posibilidad de volver a ese país para repetir el trabajo, por lo que cada minuto cuenta. En segundo lugar, la capacidad de análisis, para ver más allá, identificando patrones de conducta y de actuación, relaciones de causa efecto (¡Ay, Santo Tomás!), y, lo más difícil, tendencias futuras si se mantienen los factores actuales, teniendo varias líneas de pensamiento en la mente al mismo tiempo. O ya que estamos con China, “Dú Pì X? Jìng” transcripción en P?ny?n de “Encuentra un nuevo camino” (bueno, más o menos, que ya sabes que los chinos ponen dos caracteres y los traducen por una larga frase del estilo de: “el nuevo camino del palacio imperial de verano de la tranquilidad y la paz eterna en la fértil tierra del sudoeste”. Eso, o que los traductores aprovechan que cobran por palabras para alargarlo, a la par que lo hacen más poético). La realidad suele ser muy compleja, por lo que es difícil llegar a la “certeza”, o la plena posesión de la verdad correspondiente al conocimiento perfecto, sin sombra de duda, por lo que es bueno ser flexibles y contemplar los problemas desde varios puntos de vista, manteniendo esos “nuevos caminos” abiertos. A su vez, eso nos dará la posibilidad de plantear alternativas de actuación. Y esperar tener suerte, para poder pasar de trabajar en el duro campo de la consultoría, a la firma de libros y artículos como modo de vida, como el bueno de Yang Jun Peng.
Jesús Centenera
Agerón Internacional.