La travesía de la Kon-tiki - Moneda Única

Jesús Centenera.
Ageron Internacional.


De las técnicas experimentales y “el mystery shopping”

El pavor a morir ahogado es más horrible que la muerte en sí, porque esta última nos llega en menos de un par de minutos por asfixia, al inundarse los pulmones con el agua que se introduce, como una serpiente flexible y alargada, en nuestro interior, mientras que el miedo al hundimiento es constante mientras dura la tempestad, con el horror a ser engullido por el océano, entre su fauce superior, esa cortina de agua zigzagueante que azota inmisericorde a la frágil embarcación, y la inferior, que son esas lomas de agua que la levantan y la zarandean como a un pelele sin fuerza ni voluntad. En realidad, lo que abrumaba a Thor Heyerdahl en medio de aquella tormenta en el océano no era miedo, sino el sentimiento de responsabilidad por los cinco hombres de su tripulación, otros cuatro noruegos y un sueco, medio locos, medio aventureros y medio científicos. Bueno, eso eran tres medios, en lugar de dos, pero estaba él como para hacer cálculos, mientras que una nueva ola barría la cubierta con el empuje del impacto de un tiburón-ballena. Como el que había estado merodeando alrededor de la nave los últimos días. Aunque no son peligrosos, su aspecto imponente y lo cerca que había estado nadando, les había hecho pensar que podría destrozar la nave con un golpe. ¡Ja!. Golpes los que, desde hacía cuatro días, estaba propinando el mar. Por cierto, no sé a qué imbécil se le ocurrió llamarlo Pacífico. Desde arriba y desde ambos lados, amén de las olas que empujaban por abajo haciendo perder la estabilidad, cada vez que se precipitaban a plomo desde más de diez metros de altura. Al menos, pensó reconfortado, el hecho de estar hecha de troncos de balsa y de tener huecos en las juntas entre ambos, evitaba que se inundara y que se fuera al fondo por el maldito peso. Pero el cáñamo que los une ¿resistiría esta paliza, o se arrojaría a la lona vapuleado, esperando a que pasen los diez segundos? ¿Miedo? no, definitivamente no tenía miedo, pero sí preocupación por su tripulación: Erik, Knut, Torstein, Herman y Bengt, y la frustración de no saber si su proyecto científico experimental tendría éxito.

El 28 de abril de 1947, Thor Heyerdal y su tripulación habían partido desde el puerto del Callao en Perú, con objeto de comprobar si habría sido posible para los indios precolombinos llegar a la Polinesia con los medios de construcción de que disponían, para lo que elaboraron una pequeña embarcación con 9 troncos de 13,7 metros de largo por 60 centímetros de diámetro, bajo los cuales habían colocado otros troncos transversales, unidos todos ellos con lazos de cáñamo, como construían los incas antes de la llegada de los españoles. De hecho, para remarcar la parte simbólica, habían llamado a la balsa Kon-tiki, uno de los apelativos del Dios solar inca Viracocha, cuya imagen aparecía en la vela dibujada por Erik, el artista del grupo. Tan sólo se habían permitido llevar algo de equipo moderno, como la radio, un sextante, relojes y cuchillos de metal (es que el jade y la obsidiana son muy bonitos, pero donde esté un cuchillo de acero…). Arrastrados por la corriente de Humboldt y los fuertes vientos, la nave se iba adentrando más y más en el océano hacia el Oeste, con ánimo de comprobar, por medio de la experimentación, si su teoría era cierta. Ahora, tras cuatro días de una salvaje tormenta tropical en alta mar, empezaba a pensar que había sido una locura el querer pasar de las musas al teatro, una locura que podría costarles muy cara.

En los estudios de mercado, también hay una serie de técnicas “creativas” y “experimentales” que permiten reproducir una situación real, para ver los resultados de los consumidores o de las empresas. Una de ellas es la “Construcción de escenarios”, en la que se presentan situaciones que podrían darse en una empresa para buscar soluciones a problemas y así en un futuro estar preparados. Otra son los “experimentos de laboratorio”, que consisten en simulaciones, de carácter cualitativo, como por ejemplo el “sketching”, que reproduce un establecimiento comercial en donde realizar compras de los productos de una lista, para conocer las preferencias de los consumidores y de esta manera distribuir los productos de manera estratégica en el establecimiento. Hay también observación mecánica, bien sea en situaciones naturales, bien en entornos artificiales. Finalmente, hay otros medios de observación, como el “Pantry audit”, en el que el consultor realiza un inventario sobre marcas, cantidades, formatos que el consumidor tiene en su hogar (despensa, garaje, armario, etc.), o los Análisis por rastreo o “Trace analysis”, donde se registran los rastros físicos o evidencias de conductas pasadas, como en el dial de la radio en talleres, la edad de los coches en un parking o el“dustbin check”, la revisión de la basura para ver el consumo (sí, es tan asqueroso como parece).

Sin embargo, el más apasionante, sobre todo para los que crecimos leyendo a Mortadelo y Filemón, es la pseudo-compra o “mistery shopping”.  Se trata de una técnica cualitativa directa en la que se pretende llevar a cabo la adquisición de un producto o servicio, visitando puntos de venta, como si se tratara de un cliente normal. Tiene por finalidad valorar la calidad del servicio en la venta del producto, el conocimiento de los distribuidores, la formación de los vendedores o la actitud de los intermediarios hacia los productos de la empresa y de la competencia.

Tras 93 días y haber Cruzado 8.000 km del Pacífico, la balsa avistó tierra,  pasando cerca de Puka-puka, primero, y de Angatu después, pero fue arrastrada más allá por la deriva. Finalmente, tras 101 días de navegación, encallaba en el arrecife de Raroia en la Polynesia, siendo encontrados por nativos polinesios una semana más tarde. Si alguien quiere hacerse una lejanísima idea de cómo debió ser esa aventura, le invito a que visite el museo de la Kon-Tiki en Oslo, y se imagine durante tres meses en medio del océano en esa frágil embarcación. A mi me gustó mucho verlo, pero no entra en mis planes inmediatos.

 

Jesús Centenera
Agerón Internacional.

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