Jesús Centenera.
Ageron Internacional.
De errores acumulados a evitar en un estudio de mercado
El interés por investigar el inaccesible interior de Australia, cruzando el inabarcable e imponente Gran Desierto Australiano, de Sur a Norte, es algo que interesaba a las autoridades locales de las colonias imperiales de Victoria y de Australia Meridional. La iniciativa la toma la ínclita Real Sociedad de Victoria (heredera del Instituto Filosófico de Victoria), que nombra al inmigrante irlandés Robert O’Hara Burke, antiguo intendente de la policía, como líder indiscutible de la expedición, demostrándose, desde el inicio, como una decisión inadecuada por la inexperiencia previa del interfecto. Igualmente, nombran como tercero de la expedición al inglés William John Wills, que era topógrafo (y no ingeniero como se ha indicado, incorrectamente, alguna vez). Se les dio acceso casi ilimitado a fondos, para impender en hombres (ingleses, irlandeses, indios y otros ingenuos, hasta un total de 19), bestias (23 caballos y 26 camellos importados de la India) e impedimenta (una ingente cantidad de material e instrumentos científicos), para darles flexibilidad ante la incapacidad de poder identificar, a priori, las dificultades de ese infinito desierto, ignoto e imprevisible.
En el invierno austral de 1860 se inicia con ímpetu la impostergable expedición, pero pronto se demuestra la imperfecta preparación y la ineptitud para el mando de Burke, teniendo que abandonar un carro inutilizado y averiándose dos más en la semana inicial, así como por los problemas con los hombres, ya que unos se retiran indispuestos por disentería y otros por indisciplina, al intentar imponer su voluntad, de manera imperiosa. Además, su impaciencia por el lento avance, que le alejaba del incentivo de 2.000 libras para el que realizara la acción primero, le lleva a la imprudente decisión de dividir a los integrantes de la expedición, dejando una parte inmovilizada en el campamento intermedio.
Tras un esfuerzo ímprobo y estando ya en las inmediaciones de su destino en el Golfo de Carpentaria, un obstáculo imprevisto, las zonas inundadas de los pantanos del norte, les impiden coronar su viaje y les obligan a dejar el trabajo inconcluso por la inaccesibilidad del terreno, retornando inmediatamente a Cooper Creek, donde había dejado al resto de la expedición, pero con orden de partir a las 13 semanas, habiéndoles esperado hasta 18. Allí pueden leer una impresión en el árbol de sus compañeros, que dice: “Cava abajo” y el número del campamento, encontrando algunos víveres, pero insuficientes.
Burke se ve sumido en la indecisión, incapaz de plantear ideas de cómo regresar ante el ingente número de incógnitas y dificultades. Es entonces cuando empieza la improvisación, ya que decide, de manera impulsiva, un nuevo itinerario, internándose, en dirección Sudoeste, hacia el monte “Hopeless” (“Desesperanza”), a unas impresionantes 150 millas de distancia, abandonando el campamento con el imperdonable error de no actualizar la incisión en el árbol. Avanzan por el infinito e inhóspito desierto, sufriendo incontables padecimientos, pero, una nueva incidencia, la muerte inesperada de los últimos camellos, hace el avance inviable y se ven impelidos a regresar. Por increíble que parezca, una expedición de socorro, que intenta alcanzarles, ha estado en el interior del campamento en su ausencia, pero al no ver ninguna nueva marca o indicios de Burke y su equipo, deciden irse del mismo, cruzándose por pocos días en ambos casos, por una increíble mala suerte.
De vuelta al campamento, estando incomunicados y sin tener más iniciativas, Burke se muestra iracundo e implacable con los mismos aborígenes que les estaban ayudando. Con ingratitud, les llena de improperios, les increpa y acaba por disparar a uno de ellos, de manera irracional e irreflexiva, ya que eso provoca el inmediato abandono de los indígenas, lo que acabará condenando a los restos de la infortunada expedición.
La impotencia de la situación, sin víveres, animales de carga y la imposibilidad de supervivencia en esa zona inhabitada, le lleva a la inacción, dejándose morir de inanición, aunque con valentía, ya que su actitud ante el infortunio es de impavidez ante la muerte, como comenta King, el único al que rescatan dos meses después, recogido de un campamento aborigen. Cuando llegó el equipo, Burke estaba irreconocible, con aspecto inhumano, demacrado, inánime e inerte, dejando tras sí la invitación a investigar la tragedia.
Algo análogo acontece, a menudo, con algunos estudios de mercado que anuncian un amplio alcance de investigación. Arrancan con mucha ambición y alharacas, acometiendo la tarea aludida con alegría, pero acumulan anomalías y errores, por lo que acaban de manera aparatosa en el abismo. En primer lugar, se comete una aberración, por la empresa, asociación o Administración, en la adjudicación acomplejada a la “admirada consultora”, cuando se acepta poner el acento en el nombre acendrado de la multinacional, más que en la adecuación y articulación de la propuesta, o en la asignación de un equipo avezado y adiestrado en estos asuntos. A continuación, acontecen problemas de acceso a la información en los archivos, en otras fuentes o en el acerbo de la propia empresa, como también por el grado de actualización absoluta de la misma, que, además, no se llega a aprehender adecuadamente, no alcanzando las acciones los altos objetivos anunciados. A veces se agrava la situación por un análisis acelerado, no afinado o apropiado. Finalmente, el cliente puede incluso sufrir amargamente, ante la absurda actitud adoptada de no asumir los errores cometidos, anteponiendo las acusaciones y las auto-justificaciones a la aceptación de las necesarias acciones correctoras.
La expedición imprime una impronta imborrable en el imaginario colectivo de ingleses, australianos y otros exploradores internacionales, alcanzando la inmortalidad por la muerte trágica, pero considero imperdonable que la impericia, impaciencia e inconstancia de un líder incompetente e irresponsable implique la muerte de 9 personas inocentes, intentando, además, con sus diarios, inculpar a los demás en la tragedia, ya que indica: “I hope we shall be done justice by. We fulfilled our task but we were aband not followed up as I expected and the Depôt party abandoned their post. ROH Burke” Increíble e impresentable, ¡Menudo imbécil!