Jesús Centenera.
Ageron Internacional.
De los estudios de mercado en Oriente Medio
La comida en el palacio del Pachá de Damasco había sido excelente. Se había tomado té, cordero, humus, verduras, pastelillos, y ahora estaba degustando el café ofrecido por su anfitrión. Recostado entre cojines, vestido con chilaba, como un árabe más, el general español Domingo Badia i Leblich, se relajaba por primera vez en varias semanas, sin temer que descubrieran su verdadera misión como espía, algo que le había acompañado durante años en sus viajes por todo el mundo musulmán, tanto en el Maghreb, como por el Imperio Otomano, primero bajo el disfraz de Alí Bey el-Abbasí de 1803 a 1807, y ahora como Alí-Othman. Siempre con el miedo a ser descubierto, a sufrir un atentado o a ser enviado a una lóbrega mazmorra, a pesar de su dominio del árabe y de su conocimiento profundo de la zona. Especialmente peligrosa había sido su visita a la Meca, durante su periplo por Arabia, en una época en la que no era posible desplazarse libremente y donde la muerte era la recompensa más habitual.
Hoy en día ha cambiado algo, por lo que cada vez más occidentales se dirigen a Oriente Medio, con intención de hacer negocios, aumentando la demanda de estudios de mercado en esta zona. Aunque es básico, la primera información para los españoles es que los países árabes de la zona difieren mucho entre sí, fruto del diferente pasado colonial, de la composición de la población o del grado de apertura religiosa y política actual. Así, después de muchas visitas y estudios, nuestra recomendación es utilizar Líbano o los Emiratos Árabes Unidos como plataforma regional, por el alto grado de apertura y de occidentalización. En el extremo opuesto nos encontramos con Arabia Saudita, en donde hay limitaciones de acceso y movimiento, así como una falta de documentación y datos fiables que poder consultar. Por ello, los estudios en Arabia tienen que basarse sobre todo en entrevistas en profundidad con los agentes comerciales involucrados y con las autoridades, siempre que esto sea posible. Al igual que en nuestros viajes a otros países de la zona, creo que la clave de los buenos resultados obtenidos ha sido mantener siempre una actitud respetuosa, amable, utilizando algunas palabras en árabe, “mimetizándonos” con el entorno. Los árabes tienen, a priori, una imagen positiva de España, porque se sienten emparentados con nosotros por la historia de Al-Andalus, aunque no tenga mucha base hoy en día, pero no voy a ser yo el que les desengañe.
Las conversaciones son siempre largas y lentas, y la hospitalidad oriental obliga a comidas copiosas, como la que había tomado Domingo, que le estaba produciendo cierta somnolencia, por lo que dejó que le sirvieran otra taza de café turco, espeso y pesado. Demasiado pesado. Sintió una punzada en el estómago. Le tembló la taza en la mano, derramando el café y lo que quiera que llevara dentro, mientras entornaba los ojos crispado por el dolor. Por eso, mimetícese, sea amable, pero pida té en lugar de café turco, que nunca se sabe.