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Opinión

La zorra, el gallinero y la Marca España

Jose-Maria-Triper

José María Triper
Corresponsal económico de elEconomista.


Bárcenas, la saga de los Pujol, Maleni Álvarez y demás imputados en los ERE, Blesa y los 86 de Caja Madrid, Francisco Granados y los púnicos,… Están por toda partes, pertenecen a todos los partidos, sin distinción de ideologías ni de credos, se multiplican en los sindicatos y las patronales y se han convertido en los nuevos embajadores de la Marca España. Una imagen país que hoy en los organismos y en la percepción internacionales es, sobre todo, sinónimo de cleptocracia, ese neologismo, que todavía no recoge el diccionario, pero que se utiliza para definir un sistema de gobierno en el que la corrupción está institucionalizada.

Y, véase si no, el ranking de economía sumergida de la Unión Europea donde sólo Italia, Portugal y Grecia tienen valores de fraude superiores al de España. Y también nuestro lugar 40 en el índice de corrupción mundial, o el informe del Foro Económico Mundial que nos sitúa en un vergonzoso puesto 35 lastrado por la corrupción y la falta de eficiencia de la clase política.

Una percepción, esta última en la que radica la razón del despropósito. Porque detrás los corruptos hay consentidores, por ocultamiento o ignorancia. Que de nada vale ahora el farisaico rasgarse la vestiduras de los Rajoy, Sánchez, Cayo Lara, y demás, cuando estaban o deberían estar enterados de lo que ocurría con las tarjetas opacas (que no esa cursilada de black card) en una entidad intervenida.

Porque el hoy Presidente del Gobierno era ministro, primero, y vicepresidente después, en los Gobiernos de Aznar, quien colocó a su amigo Blesa en la caja madrileña. Y era también el jefe de la oposición cuando sus correligionarios y ex compañeros de Gabinete Rato y Esperanza Aguirre se “pegaron” por la presidencia de la institución financiera. Claro que a lo mejor, le ocurría como con su amigo Bárcenas, que ni veía, ni escuchaba, ni quería enterarse. Y eso, por no hablar dePedro Sánchez, que era miembro de la Asamblea de la Caja, donde no tenían tarjetas, pero si recibían regalos suculentos, y donde es difícil de creer que nadie supiera nada del dispendio de los consejeros.

Como ocurre también con los dineros negros de la familia Pujol, que todos lo sabían en las legislaturas de González y de Aznar -Maragall ya denunció públicamente el 3 por ciento-, pero consentían y callaban.Y, qué decir de esa Hacienda, implacable con errores o minucias de asalariados y de emprendedores, pero que ni se movió en Caja Madrid donde, ¿o quizás por eso?, Estanislao Rodríguez Ponga, que fue secretario de Estado con Montoro, aparece en la lista de beneficiarios. Igual que parece hizo ante los avisos del Banco de España sobre el fraude de Oleguer Pujol.

Ellos también son responsables y también sujetos de responsabilidades. Esos mismos que ahora se apuntan a liderar una regeneración democrática para cambiar tan triste Marca España con menos entusiasmo que credibilidad merecen a los ciudadanos quienes, entre indignados y perplejos, recuerdan eso de la zorra que se quedó a cuidar del gallinero.

José María Triper
Corresponsal económico de elEconomista.

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