Josep Bertrán
Miembro del consejo editorial de Moneda Unica.
Profesor de comercio internacional Universidad PompeuFabra.
Director general de MTPSINSPAIN.
Debemos recordar en estos momentos de insistente tormenta económica que la evolución de nuestro país durante los últimos treinta años ha sido espectacular, admirada por todos aquellos economistas que siguen el curso de los acontecimientos. Hemos conseguido multiplicar por nueve la renta per cápita y con ello nuestro bienestar. No deberíamos de perder de vista este dato. Como sociedad somos un proyecto de éxito. Hay que hacer ajustes hoy, pero no está pendiente ninguna revolución.
Solicitar ayuda en estas condiciones al Banco Central Europeo en forma de bonos; es decir, dinero a bajo coste que nos permitirá seguir avanzando, es razonable. Apelar a nuestros socios Alemanes para conseguir que sigamos creciendo juntos también. Alemania ha dado pruebas de tener una visión europea, aunque es lógico que plantee conocer con detalle la extensión de los ajustes antes de proceder al envió de recursos. Menos razonable ha sido siempre la postura del Reino Unido que se sitúa a una muy, británica distancia.
Las causas de que España lograra ese prodigioso crecimiento, han sido: más Europa, más globalización y mejores instituciones. No ha sido una burbuja, ni una alucinación, tampoco es cierto que en los últimos años estuviéramos de fiesta. Los españoles diligentes nos apuntamos con esfuerzos y asumiendo riesgos a una economía que era lo que marcaban las tendencias, invertir en el sector inmobiliario. Pero que nadie piense que fue una fiesta negociar con los bancos, buscar pisos, hacer edificios, todo fue fruto del esfuerzo para una enorme mayoría de españoles que recibimos la consigna de que ese era un negocio claro y se conseguía un impacto social grande. El negocio de la construcción no solo fueron tochos, sino también transporte de materiales, fabricación de componentes eléctricos, pequeños electrodomésticos, cables, trabajo, servicios de todo tipo arquitectos, ingenieros, abogados, notarios, bancos…
Bastaría con que hoy surgiera otra tendencia como esa en un sector nuevo de amplia repercusión social para relanzar el crecimiento. Mejor sería que fueran varios sectores, pues es de sobra conocida la teoría de los ciclos económicos, nada dura siempre. De hecho, así es como avanzan los países y ese sigue siendo hoy el camino.
Son pueriles las lecciones que nos quieren hacer llegar desde Brasil, India, China o Argentina de que allí todo va bien y es aquí donde hay problemas. Del subdesarrollo se sale con altos índices de crecimiento 7%, 10%, pero no se puede seguir así siempre. La media de crecimiento en los países desarrollados es del 2,5% anual. Cuando uno tiene poco, doblar su fuerza es más fácil que cuando uno tiene mucha. Las altas tasas de crecimiento del PIB seguirán siendo bajas para España, afortunadamente. El reto aquí se centra en el reparto del bienestar.
El crecimiento cero actual de España es de todos modos insostenible; hay que mejorar la productividad. No se trata de trabajar más sino mejor, hay que crear todo un entramado social que lo favorezca: maquinaria moderna, personal tecnificado, mejores infraestructuras y ajustes en los aspectos donde se han producido desequilibrios: salarios, horarios laborales y prestaciones sociales, pero también y especialmente, mejores instituciones y líderes.
Las instituciones precisan de una profunda renovación en sus contenidos y en sus cuadros directivos que andan sobre todo ocupados en mantener sus puestos. Las instituciones en España no arriesgan en sus cometidos más allá de lo que les garantice estabilidad, son perezosas en sus objetivos como catalizadores de otras iniciativas. A nivel político hay también reformas pendientes, tenemos que diferenciar entre la labor de un banco central y la de un ministerio. El primero frena los excesos, pide recortes y contenciones. El ministerio, por el contrario atiza el crecimiento, sugiere estrategias e ilusiona a sus empresas. Hoy estos papeles están cambiados y el ministro recorta, regulariza, suprime, y el banco central obedece. Las instituciones deberían de ilusionar, por ejemplo invitando a que un sector económico determinado fuera un proyecto colectivo como lo fue el inmobiliario. Pero nuestros líderes actuales son capaces de crear proyectos políticos ambiciosos como querer ser más europeos, más catalanes, más demócratas, pero se muestran incapaces de generar visiones económicas para el futuro.
La exportación es un gran motor para el crecimiento y España se comporta de modo satisfactorio, si bien en cifras totales estamos lejos de China, USA, Alemania o Reino Unido. Como nuestra economía es más pequeña (en términos relativos del total fabricado), estamos entre los primeros del mundo, un 27% del PIB, Estados Unidos es el 13%, aún lejos de Alemania 47%, o del primero, Suecia 50%.
Nuestro modelo de globalización debería parecerse más al mal denominado modelo norteamericano, que de modo sistemático busca el establecimiento de plantas productoras por todo el mundo. La proximidad al cliente es la que origina negocio. Un país que posee grandes marcas como Alemania, puede seguir en la línea exportadora pues consigue que los clientes vayan llegando para interesarse y así ha podido crear una potente base de industrias, centrando el esfuerzo en hacer mejores productos y diversificando los sectores. Pero aquí en España, como en la mayoría de países, no tenemos grandes marcas: emblemas que en un amplio abanico de sectores son el estandarte de la calidad. Y la imagen de marca, consecuencia de los productos que vendemos fuera, es quizás fuerte en Latinoamérica, pero desconocida por lo general, incluso negativa en muchos países industrializados. Si España continúa con un modelo mixto exportador-inversor, se desplazarán puestos de trabajo fuera del territorio nacional, se generan también conflictos sociales, pero el superávit en la balanza de pagos llegará por vía de la cuenta de las transferencias de sus multinacionales.
Hay sectores económicos que los engloban todos, la bolsa por ejemplo y sus diferentes modalidades de invertir, sería una forma general de repercutir para fortalecer todo el entramado económico mientras vamos esperando consignas claras de otros sectores: agua, energía, medio ambiente, las tecnologías de comunicación, sin olvidar la alimentación y una vez más el sintéticamente denominado sector inmobiliario.