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Opinión

Inversiones con freno y marcha atrás

Inversiones en España

En este nuevo artículo de José María Triper, «Inversiones con freno y marcha atrás», el periodista económico expone que la inversión extrajera directa en España se ha desplomado al nivel más bajo desde la pandemia con una caída del 50,2%

Mientras Pedro Sánchez y su troupe siguen presumiendo de unos datos macroeconómicos maquillados y dopados por los fondos europeos, el turismo y el aumento de la población, los indicadores de la economía real siguen mostrando un país empobrecido, endeudado, que lidera el desempleo de la UE, con un esfuerzo fiscal un 17,8% superior a la media de nuestros socios europeos, la productividad estancada, a la cola de Europa en renta per cápita con 12,1 millones en riesgo de pobreza o exclusión social y con una inestabilidad política y una inseguridad jurídica que se traduce en una inversión, tanto nacional como extranjera, en declive y bajo mínimos.

Especialmente grave es esta contracción o fuga de inversiones que un reciente informe del Instituto de Estudios Económicos (IEE) calificaba como «el gran talón de Aquiles del crecimiento de España» y sin visos de mejorar a corto plazo. De hecho la Formación Bruta de Capital (FBC) se encuentra bajo mínimos, sólo  un 4,8% por encima de los niveles de finales de 2019, a pesar del contexto favorable en tipos de interés y acceso al crédito. La utilización de la capacidad instalada ha disminuido las grandes empresas españolas, al menos las que pueden, se marchan al extranjero. Como afirmaba recientemente un destacado dirigente empresarial aquí sólo invierten las firmas chinas, con el entusiasta propósito de colonizarnos.

Y si de las empresas nacionales pasamos a examinar las exteriores vemos como los últimos datos del Ministerio de Industria confirman que la inversión extranjera directa en nuestro país se ha desplomado a su nivel más bajo desde los años de la pandemia, con una caída del 50,2% en capital y patrimonio.

Hundimiento que, lejos de las explicaciones del ministro Carlos Cuerpo, no obedece al contexto internacional ya que otros países europeos han mostrado mejor resistencia frente al descenso de la actividad internacional sino que la falta de Presupuestos del Estado por tercer año consecutivo se interpreta como un síntoma de inestabilidad institucional y presupuestaria que resta atractivo al país.

La falta de Presupuestos en España alimenta la percepción de falta de previsibilidad en materia fiscal y regulatoria. Para un inversor, no contar con un marco presupuestario claro significa asumir riesgos adicionales en áreas como tributación, subvenciones y programas de apoyo empresarial. Así, el Índice de Confianza del Inversor para la IED 2025 de la consultora Kearney revela una fuerte caída en la percepción internacional, hasta el punto de que España ha salido del top 10 de destinos más atractivos para la inversión extranjera, con un retroceso del 13% en confianza en sólo un año.

Añadir a estos factores el máximo histórico en la subida de los costes laborales que, con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) han registrado un aumento del 3% interanual en el tercer trimestre del año, encadenando así 19 trimestres al alza, al tiempo que la productividad del capital es hoy un 20% inferior a la hace 25 años, y que seguimos teniendo un problema endémico de absentismo laboral con 1,2 millones de trabajadores de baja cada día.

El impacto de esta situación está afectando negativamente a sectores clave para la economía española, como el inmobiliario donde el descenso de inversiones internacionales ha reducido el dinamismo de grandes proyectos urbanos, la automoción y la industria tecnológica, mientras que en energías renovables, las empresas advierten que los retrasos en licencias y falta de apoyo financiero amenazan con dejar a España rezagada frente a otros países europeos.

Como resaltaba el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, durante una reciente intervención, la confianza es la base de una economía abierta, la desconfianza es una bomba que acaba con todo, deteriora la confianza y ahuyenta la inversión. Pero la economía no funciona con corrupción, falta de estabilidad política e inseguridad jurídica. Amén.

Por José María Triper, periodista económico.

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