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Bolivia abre una nueva etapa de oportunidades para las empresas españolas

Elecciones en Bolivia 2025

El domingo 19 de octubre de 2025 la población de Bolivia acudió a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, después de que en la primera ronda el panorama mostrase un rechazo contundente al partido gobernante durante casi dos décadas, Movimiento al Socialismo (MAS).

Rodrigo Paz, senador de centroderecha y del Partido Demócrata Cristiano de Bolivia (PDC), logró el triunfo con aproximadamente el 54,5% de los votos frente al 45,4% de su rival Jorge “Tuto” Quiroga. Su victoria marca un giro político significativo: por primera vez en casi veinte años el país cambia de signo gubernamental.

En su discurso tras conocerse los resultados, Paz habló de «vientos de cambio y renovación» para Bolivia, evocando una nueva etapa. La victoria de Paz llega en un momento de gran tensión económica en el país: inflación anual superior al 23%, escasez de divisas extranjeras, caída de las exportaciones de gas natural (un pilar tradicional de la economía boliviana) y una crisis de subsidios al combustible que han generado largas colas en las estaciones de servicio.

Paz se ofrece, sin embargo, como un reformador moderado que combina la voluntad de mantener ciertos programas sociales con estímulos al sector privado. Su lema de campaña fue algo así como «capitalismo para todos». Propone, entre otros puntos como descentralizar el presupuesto: que regiones y gobiernos locales ganen más peso frente al central; reducir barreras para los emprendedores y la formalización de la economía sumergida; reformas en el sector energético/hidrocarburos para atraer inversión privada y no acudir inmediatamente al rescate por parte del FMI.

Sin embargo, el nuevo presidente deberá navegar varios desafíos importantes como por ejemplo el que provoca que no cuenta con mayoría en el Congreso, lo cual implicará que deberá negociar alianzas para aprobar leyes y reformas.

Además, la magnitud de la crisis económica pesa mucho: el país necesita estabilizar precios, asegurar suministro de energía y combustible, recuperar reservas de divisas y restaurar la confianza de inversionistas y población y las expectativas sociales son elevadas. Muchos bolivianos votaron en busca de un cambio real. Si no ven mejoras palpables, puede generarse frustración.

Para las relaciones internacionales, la victoria de Paz también implica cambios: mejora de lazos con países occidentales, nueva apertura al comercio exterior, posiblemente mayor atractivo para la inversión extranjera.

Dentro de este contexto, para empresas extranjeras -incluyendo españolas- se abre una nueva fase de oportunidad pero también de riesgo. Un gobierno más orientado al mercado podría facilitar nuevas inversiones y participación privada, pero los problemas macroeconómicos, tipo de cambio, regulación y transición política mantienen la incertidumbre.

Bolivia entra en una nueva era política, con señales son positivas para quienes apuestan por mayor apertura, pero los retos son enormes y la transición no se augura automática ni libre de fricciones.

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