Siria celebró el domingo 5 de octubre las primeras elecciones parlamentarias desde la caída del régimen de Bashar al-Assad, en un proceso que el nuevo Gobierno interino presenta como “un paso hacia la estabilidad”, aunque la comunidad internacional -y especialmente la Unión Europea- observa con cautela la falta de apertura real en el sistema político.
El nuevo Parlamento sirio contará con 210 escaños, de los cuales dos tercios se eligen de forma indirecta a través de colegios electorales provinciales y un tercio será designado directamente por el presidente interino, Ahmed al-Sharaa. En varias provincias del norte y el este, donde persisten tensiones entre grupos locales, las votaciones han sido pospuestas.
Según fuentes oficiales, la composición de la cámara refleja “pluralidad y representación regional”, pero analistas internacionales consideran que el modelo electoral mantiene una fuerte centralización del poder y podría limitar la apertura política necesaria para reconstruir la confianza internacional.
Economía estancada y desafíos estructurales
En el plano económico, el nuevo Ejecutivo afronta un país exhausto. Con una inflación disparada, moneda devaluada y gran parte de la infraestructura destruida, Siria necesita con urgencia inversión exterior y acceso a financiación internacional.
Aunque el control estatal del sistema financiero ofrece cierta estabilidad interna, la falta de reformas estructurales, transparencia y garantías jurídicas mantiene alejado al capital extranjero.
La estabilidad institucional es un primer paso, pero sin apertura económica real y seguridad jurídica, será difícil que lleguen inversiones sostenibles.
Relaciones con la Unión Europea: cautela y condicionamiento
La Unión Europea sigue siendo uno de los actores más influyentes en el futuro económico de Siria. Sin embargo, las sanciones financieras y comerciales impuestas durante el conflicto continúan vigentes, y su levantamiento dependerá de avances concretos en materia de gobernanza y derechos humanos.
En Bruselas, fuentes comunitarias han expresado disposición a reactivar parcialmente la cooperación sectorial en áreas como la reconstrucción de infraestructuras, energía renovable y gestión del agua, siempre que se garantice una supervisión internacional del uso de fondos.
Europa está interesada en evitar un nuevo colapso económico en Siria, pero no a cualquier precio. Las ayudas y la inversión irán de la mano de compromisos políticos claros.
Un horizonte de reconstrucción incierta
Para los observadores, el desenlace de estas elecciones puede marcar el tono de la nueva etapa siria: estabilidad formal, pero con reformas lentas y controladas.
Si el Gobierno interino logra mantener la calma social y ofrece garantías mínimas de transparencia, Siria podría iniciar un proceso gradual de reintegración económica internacional, con un papel relevante de la UE y de los países árabes moderados en la financiación de su reconstrucción.
Por ahora, la economía siria sigue al borde del colapso y la confianza de los inversores continúa siendo frágil. Pero la existencia de un Parlamento operativo, aunque limitado, podría ser un primer paso hacia el lento restablecimiento de las relaciones con Europa y con el resto del mundo.