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Opinión

Las tribulaciones de un europeísta reconvertido en euroescéptico

Jose-Maria-Triper

José María Triper
Corresponsal económico de elEconomista.


No es la primera vez, ni será la última, que ya estamos acostumbrados. Pero este circo de atonía, indefinición, mediocridad, egoísmos, banalidades, cobardía  y nulidades millonarias en que se ha convertido la Unión Europea ya cansa. Incluso a quienes arrastrando un pasado de encendido furor europeísta, nos vemos hoy imbuidos, por obra y gracia de estos burócratas insolidarios y gregarios pseudolíderes, de ese espíritu euroescéptico que se extiende como la peste medieval por el Viejo Continente.

Una demostración de inutilidad e ineficacia que abre las carnes ahora con  la tardanza, el desacuerdo y la tibieza en la situación prebélica de Ucrania, donde una vez más se ha puesto de manifiesto el sometimiento de la Unión a la voluntad y los designios del revivido Imperio Germánico y de la kaiser Merkel quien, por otra parte, ha sido la única con coraje para coger el toro por los cuernos y pedir explicaciones al zar Putin. Aunque sólo fuera por la enorme dependencia que tiene Alemania del gas ruso, del que es el mayor  importador de Europa.

Pero que nadie espere nada serio de la UE en el conflicto, salvo los habituales fuegos de artificio para que se noten, pero que ni se muevan, ni traspasen. Entre otras cosas porque hoy, y gracias e esta medianías que nos rigen, Europa es sólo el convidado de piedra en el melodrama de la política internacional.

Y esto pasa también en las cuestiones internas, donde los intereses alemanes apoyados por los lacayos nórdicos y holandeses están boicoteando la puesta en marcha de la unión bancaria y de la unión fiscal, o padecemos la pasividad e incomprensión de Bruselas ante la avalancha humana de inmigrantes que vulneran la legalidad y las fronteras españolas y europeas a través de Ceuta y Melilla; o el lavarse las manos ante los desafíos de las expropiaciones de Argentina y de Bolivia, o…,y paro aquí  por no hacer la lista  interminable, mientras ellos  limpian su farisaicas conciencias con limosnas para el empleo juvenil, e insisten, como hizo en Bilbao Dijssebloem, en sus fracasadas políticas de austericidio y en pedir más recortes y sacrificios a los ciudadanos.

“Va a destruir mi Europa”, dicen que respondió el ex canciller alemán Helmut Khol a preguntas sobre su sucesora Ángela  Merkel. Pero no es ella sola, sino también esa pléyade de tartufos cortesanos que la sirven y que nos hubieran hundido en la miseria de no ser por la llegada de Mario Draghi al BCE en sustitución del pacato y ortodoxo Trichet. Pues, esos son sus hechos y, como dice el Evangelio, por sus hechos los conoceréis, y los sufrimos, que yo añado. Y ahora, ya verán, como todavía tienen la cara de pedirnos que en mayo les votemos.

José María Triper
Corresponsal económico de elEconomista.

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