El ritmo de lo emergente
¿Cuántos tópicos puede usted citar acerca de Brasil en menos de un minuto? El fútbol, la samba, el carnaval, el Amazonas, la capoeira, la chica de Ipanema, la caipirinha…
Bien, pues este país se ha encargado de pulverizarlos en menos de una década. Pocos ignoran que Brasil es hoy por hoy uno de los países más importantes del mundo, y cerca está de convertirse en uno de los más influyentes. Sirva como dato que para elaborar este reportaje los medios consultados ofrecen infinidad de noticias sobre Brasil, que ocupa constante y diariamente las portadas de los diarios generalistas y económicos. Todo el mundo habla de Brasil. Y no precisamente para mencionar los tópicos tropicales.
La antigua colonia portuguesa limita al norte con la Guayana Francesa, Surinam, Guyana y Venezuela, al noroeste con Colombia, al oeste con Perú y Bolivia, y al sur con Uruguay, Paraguay y Argentina. Se trata de un país extensísimo, 8.514.877 km2, que posee una extraordinaria riqueza medioambiental, vegetación, fauna, playas y selva, además de amplios recursos naturales como petróleo, gas natural y oro. Su capital es Brasilia y las ciudades más importantes son Río de Janeiro, Sâo Paulo, Salvador y Fortaleza. Se trata del sexto país más poblado del mundo, con 201.009.622 habitantes (estimación de julio de 2013).
No es aventurado afirmar que Brasil va dejando atrás la etiqueta de “economía emergente” a principios de este siglo XXI. El país ocupa ya el séptimo puesto entre los países con mayor PIB del mundo, sin olvidar que se trata de la mayor economía de América Latina y del hemisferio Sur. Brasil acelera su ritmo a tal velocidad que no hay multinacional que no mire hacia ese país si pretende expandirse internacionalmente a corto plazo. Más que evolución, lo de Brasil es casi una “revolución” económica. Junto con China, ha vuelto al mundo del revés y ha obligado a Europa y a Estados Unidos a dejar de mirarse el ombligo y a despertarse de sus cómodos y antiguos laureles.
El país es miembro fundador de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), G20, Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP), Unión Latina, Organización de los Estados Americanos (OEA), Organización de los Estados iberoamericanos (OEI), Mercado Común del Sur (Mercosur) y de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), además de ser uno de los países BRIC. Su PIB per cápita se sitúa en torno a los 12.181 dólares (FMI, 2012) y sus niveles de pobreza han descendido considerablemente en los últimos años. Brasil es además el mayor productor del mundo de café, zumo de naranja y azúcar, y el primer exportador mundial de carne de vacuno y de pollo, y de los minerales de hierro y niobio.
Aun con unos parámetros de crecimiento espectaculares y un potencial de mercado más que interesante con una sólida demanda interna, Brasil se enfrenta a varios retos que juegan en su contra. La principal de sus rémoras es la desigualdad económica, ya que existe una notable diferencia entre el nivel de poder adquisitivo de la región del sureste (la más rica) y la del noreste (la más pobre). El país también lucha contra la corrupción y debe incorporar a marchas forzadas mano de obra más cualificada, puesto que Brasil tiene pendiente desarrollar las necesarias infraestructuras energéticas y de transporte para acoger la Copa del Mundo de Fútbol en 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016. Todo esto es, obviamente, una oportunidad de inversión para las compañías extranjeras que compiten por realizar dichas infraestructuras.
Brasil es una república con Dilma Rousseff de presidenta. De tendencia ideológica de izquierdas, Rousseff ha continuado la labor de su predecesor, Lula da Silva, artífice de reformas sociales muy celebradas y ha consolidado una estabilidad macroeconómica que es la que está otorgando a Brasil ese lugar preeminente entre los principales mercados del mundo. Falta exactamente un año para las elecciones en Brasil y no parece que se vayan a emprender grandes cambios, más bien la intención es procurar mantener esa estabilidad económica. Sin embargo, el entorno político brasileño no se ha librado de acusaciones de corrupción que vienen a ensombrecer un panorama por lo demás halagüeño para la inversión extranjera.
Los datos e indicadores macroeconómicos de Brasil son dignos de un minucioso análisis. La crisis mundial no le resultó ajena en 2009, y el país vio caer su PIB un 0,3 %. Aun así, el año siguiente Brasil recuperó su ritmo de crecimiento hasta alcanzar el 7,5 %. 2011 fue el año en que se aplicaron políticas fiscales que tenían como objetivo evitar que la economía se sobrecalentara y propiciar un crecimiento con menos altibajos, más constante y regular. La economía brasileña creció sólo un 1,0 % en 2012. También influyó, por supuesto, la situación económica mundial. Así, 2013 plantea la posibilidad de que Brasil crezca de nuevo a un ritmo más controlado, y el dato podría ser un 3,5%, favorecido por una demanda interna en plena forma y la reducción de la carga fiscal y la expansión del crédito. Por otro lado, la depreciación esperada del real servirá de contrapeso frente a la caída en picado de la producción manufacturera local.
La tasa de inflación registró en 2012 el 5,4 % pese a que el crecimiento fue mínimo. Y por lo que parece, 2013 alcanzará un dato similar aunque los próximos años se espera una reducción de la tasa de inflación. Los factores clave serían la rigidez del mercado laboral, los retrasos en las infraestructuras y la inflación ligada a los precios de ciertos servicios. Intervienen también la dependencia de las importaciones de alimentos y los precios del petróleo. En estos momentos, el gobierno ha puesto en marcha políticas orientadas a reducir los costes de producción, reduciendo la obtención de ingresos a través de los impuestos, lo cual pone en evidencia una clara intención de fomentar la competitividad.
Brasil ha visto sus importaciones de mercancías aumentar por la fuerza del real, lo cual ha hecho mella en su superávit comercial. Así, en los últimos años ha engordado el déficit por cuenta corriente, situándose en el 2,4% del PIB en 2012. Se espera que el déficit de la balanza de servicios circule en torno al 1,8% del PIB. En cuanto a la IED (inversión española directa), esta podría representar en torno al 2,7% del PIB anual en los próximos años.
Las exportaciones españolas alcanzaron los 2.819 millones de euros en 2012
Pese a ser rivales en los campos de fútbol, donde ambos países son potencias mundiales, Brasil y España mantienen buenas relaciones económicas y comerciales. Para España, Brasil es ahora su segundo país en IED (inversión extranjera directa) en América Latina (un 35,1 % del total del sector), tras México. A escala mundial, el mercado brasileño es el décimo sexto cliente y proveedor español. Con un saldo negativo para España en la balanza comercial, ese déficit se ha venido reduciendo en los últimos años hasta los 547 millones de euros en 2012. Este dato obedece a que España importa cada vez menos de Brasil, mientras que a la inversa la cifra crece año tras año. Las exportaciones españolas subieron hasta el 8,6%, con 2.819 millones de euros. Productos más exportados por España a Brasil: maquinaria y aparatos mecánicos (15,5% del total); aparatos y material eléctricos (8,5%), y vehículos automóviles y tractores (7,5%). España trae del país tropical las semillas oleaginosas y plantas industriales; los minerales, escorias y cenizas; y los combustibles y aceites minerales.
España presenta cifras notables en IED en Brasil. Para 2012 esa cifra es de 1.122 millones de euros. La metalurgia y fabricación de productos de hierro y acero (35,9% del total), el suministro de energía eléctrica, gas, vapor y aire (13,5%), los servicios financieros (excepto seguros y fondos de pensiones) (12,5%) y las actividades relacionadas con el empleo (12,3%) fueron los principales destinatarios de la inversión española en el mercado brasileño, aunque las cantidades fueron menores que en 2011. A la inversa la inversión directa de Brasil en España se situó en 992 millones de euros en 2012, tres cuartas partes de esa cantidad fueron destinadas a servicios financieros. Un 23 % del total fue para la fabricación de otros productos minerales no metálicos.
Para España Brasil supone ahora mismo un importante mercado por innumerables razones, entre las que están su gran tamaño, (más de 200 millones de habitantes), solidez y potencial de crecimiento económico (primera economía de Latinoamérica, aporta aproximadamente el 50% del PIB de la región), amplias necesidades de desarrollo y modernización de infraestructuras y capacidad productiva en diversos sectores de actividad. Por otro lado, su situación geoestratégica como plataforma de acceso al continente americano y puente hacia sur de África también cuentan a su favor. España destaca ahora mismo por su potente posicionamiento en desarrollo de infraestructuras y construcción, que en nuestro país han llegado a un punto muerto. Brasil ha puesto en marcha, además, el Programa de Aceleración del Crecimiento, con el que se pretende llevar a cabo grandes proyectos de inversión tanto en infraestructuras de transporte, como energéticas (eólica, solar), o de agua y medio ambiente (saneamiento y tratamiento de residuos), además de las necesarias para las dos importantes citas deportivas que se celebran en los próximos años. Hay también un programa de gobierno que tiene prevista la construcción de más de 2 millones de viviendas. Por último, España puede poner en marcha también iniciativas para el turismo, una de las grandes riquezas del país. La presencia española también puede ir destinada a los biocombustibles y el sector siderúrgico (el país tiene dificultades para atender la creciente demanda).
En cuanto a exportaciones de producto, Brasil ha incorporado a 17 millones de personas a la clase media cuyo poder adquisitivo crece. Así, para España existen oportunidades de exportar bienes de consumo (textil, productos agroalimentarios, hábitat, automóviles y componentes) y bienes de equipo (maquinaria para las industrias agrícola y extractiva, o equipamientos para la explotación de yacimientos petrolíferos recientemente descubiertos). Por último, el sector editorial español también tiene su hueco si atendemos a la pujanza del español como segunda lengua en el país.
Aunque el sistema arancelario de Brasil es complicado, existe un convenio entre Brasil y España para evitar la doble imposición y prevenir la evasión fiscal en materia de impuestos sobre la renta, en vigor desde 1975. Por último, no hay que olvidar que Brasil forma parte del Mercado Común del Sur – MERCOSUR, un bloque integrado además por Argentina, Uruguay y Venezuela (Bolivia está en proceso de adhesión y en 2012 se produjo la suspensión de Paraguay). Esto significa que Brasil aplica un Arancel Exterior Común y adopta una política comercial común con respecto a terceros. En torno al 85% de los productos brasileños está sujeto a dicho arancel. La negociación de la Unión Europea con MERCOSUR para facilitar un tratado de libre comercio está en marcha y se prevé que se alcance un acuerdo a finales de este año.