Un nuevo informe del Banco Mundial advierte de que el creciente entramado de normas internacionales —desde el etiquetado alimentario hasta los estándares de las redes 5G— está transformando de manera profunda el orden económico global. Aunque estas reglas generan importantes beneficios para los países desarrollados y las grandes multinacionales que suelen liderar su diseño, muchos países en desarrollo continúan quedando al margen.
El Informe sobre el Desarrollo Mundial 2025: Normas para el desarrollo analiza por primera vez el impacto global de estas regulaciones y subraya que hoy son tan esenciales para la prosperidad económica como las infraestructuras físicas. El documento recuerda, por ejemplo, que la estandarización de los contenedores marítimos impulsó el comercio internacional más que todos los acuerdos comerciales firmados en las últimas seis décadas.
Sin embargo, el informe también alerta de que las normas se han convertido en un instrumento habitual en las disputas comerciales. Las medidas no arancelarias —como los requisitos de etiquetado o los límites de plaguicidas— afectan ya al 90 % del comercio mundial, frente al 15 % de finales de los años noventa.
“El valor de las normas suele pasar desapercibido, pero son fundamentales para el crecimiento y la reducción de la pobreza”, señaló Indermit Gill, economista jefe del Banco Mundial. “Cuando se establecen correctamente, permiten que todo funcione: desde un barco que cruza un canal hasta un edificio que resiste un terremoto”.
Sergio Mujica, secretario general de la Organización Internacional de Normalización (ISO), destacó que la decisión del Banco Mundial de dedicar su informe anual a este tema “envía un mensaje claro: las normas internacionales ya no son una infraestructura invisible, sino un pilar del desarrollo sostenible”. La ISO, que ha emitido más de 20 000 normas en siete décadas —más de la mitad desde el año 2000—, colaboró en la elaboración del informe mediante una encuesta a 173 organismos nacionales.
El documento subraya que los países en desarrollo siguen infrarrepresentados en los procesos de normalización: participan en menos de un tercio de los comités técnicos de la ISO y en proporciones aún menores en otros organismos. Para que las normas reflejen las necesidades globales, el Banco Mundial propone reforzar su participación y plantea un marco estratégico basado en tres etapas: adaptar, alinear y formular normas según el nivel de desarrollo de cada país.
El informe cita el caso de Japón como ejemplo de éxito. Tras la Segunda Guerra Mundial, el país pasó de ser percibido como productor de baja calidad a convertirse en referente mundial gracias a la adopción sistemática de estándares y a la implantación de la gestión de calidad total.
“Las normas no son simples reglas técnicas: son la base de la innovación y la competitividad”, afirmó Xavier Giné, director del informe. “Los países que las integran en su estrategia de desarrollo son los que avanzan con mayor solidez hacia la prosperidad”.