El Mediterráneo se consolida como polo de nearshoring ante el aumento de costes logísticos y las nuevas exigencias regulatorias.
La combinación de tensiones geopolíticas, normativas medioambientales más estrictas y la necesidad de cadenas de suministro más resilientes está acelerando un fenómeno que gana fuerza desde hace meses: el regreso parcial de la producción desde Asia hacia países del arco mediterráneo. España, Portugal y Marruecos emergen como destinos preferentes para industrias que buscan reducir plazos, asegurar aprovisionamientos y mejorar su competitividad global.
Sectores como automoción, textil técnico, alimentación, electrónica ligera y bienes industriales están estudiando o ejecutando reubicaciones estratégicas. La proximidad a los mercados europeos, la facilidad logística y la disponibilidad creciente de energía renovable son factores que están reequilibrando las decisiones de inversión.
Para España, este movimiento representa una oportunidad significativa gracias a la consolidación de corredores logísticos, el desarrollo de zonas francas y el impulso a polos industriales especializados. En paralelo, Marruecos se está posicionando como un importante hub de producción competitiva con talento industrial y costes operativos ajustados.
Los expertos coinciden en que no se trata de una deslocalización completa, sino de una diversificación inteligente de la producción. Las empresas buscan combinar fabricación cercana para productos de mayor rotación o complejidad regulatoria con centros asiáticos para grandes volúmenes. En un contexto de volatilidad global, la estrategia del nearshoring se está convirtiendo en una pieza clave para reforzar la resiliencia económica del tejido empresarial europeo.