La gestión del talento en las empresas que están internacionalizadas es un factor estratégico para la competitividad global. Diversos estudios demuestran que existe una correlación directa entre la regularidad en las actividades de exportación y el nivel de formación, profesionalización y conocimiento de los equipos directivos. En un contexto económico global caracterizado por la incertidumbre, la digitalización acelerada y la reconfiguración de las cadenas de suministro, la gestión del talento se ha consolidado como un elemento estructural del éxito internacional. Por ello, uno de los contenidos destacados en IMEX Madrid 2026 será la gestión del talento para la internacionalización.
Una mayor capacitación y profesionalización no solo mejora la capacidad de las organizaciones para diseñar estrategias de internacionalización, sino que también potencia su resiliencia operativa, su capacidad de adaptación cultural y su sostenibilidad a largo plazo.
El talento como variable de sostenibilidad internacional
Un producto competitivo puede alcanzar los mercados exteriores mediante exportación indirecta, es decir, cuando el comprador extranjero se interesa y adquiere el producto sin que la empresa desarrolle una estrategia específica. Sin embargo, este modelo, aunque funcional en fases iniciales, no garantiza estabilidad ni crecimiento sostenido.
“En ese escenario, el talento no es una variable crítica de éxito, pero sí lo es en los modelos regulares, organizados y sostenibles”, apunta Fernando Laviña-Richi, consejero digital de IMEX . En efecto, la internacionalización que genera valor requiere una gestión del talento estructurada, con políticas de selección, desarrollo y retención alineadas con los objetivos estratégicos de la empresa.
El talento debe entenderse como un activo transversal: incide en la innovación, en la calidad del servicio al cliente, en la comunicación intercultural, en la gestión de la información y en la capacidad de aprendizaje organizacional. Es, en definitiva, el vector que articula la estrategia de internacionalización con la ejecución operativa.
Transformaciones laborales y nuevas exigencias de gestión
Las crisis de los últimos años (sanitaria, logística, energética y geopolítica) han acelerado la digitalización de las operaciones internacionales y evidenciado la necesidad de profesionalizar los departamentos de comercio exterior. Paralelamente, el auge del teletrabajo, la automatización de procesos y la inteligencia artificial aplicada al marketing y la logística han modificado la manera en que se gestionan los equipos internacionales.
Hoy es posible dirigir proyectos de exportación o distribución global desde diferentes husos horarios, coordinando equipos multiculturales en entornos virtuales. Este escenario demanda liderazgos distribuidos, habilidades de comunicación intercultural, y alfabetización digital avanzada. El responsable de comercio internacional debe ser capaz de gestionar personas, datos y conocimiento a través de herramientas colaborativas, plataformas CRM, sistemas de inteligencia de mercado y asistentes basados en IA.
Por tanto, la formación del nuevo profesional internacional no puede limitarse a los fundamentos del comercio exterior tradicional (aduanas, aranceles, logística o financiación). Debe incluir competencias emergentes como:
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Gestión intercultural avanzada y negociación global.
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Estrategia digital y comercio electrónico internacional.
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Inteligencia artificial aplicada a la analítica de mercado.
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Sostenibilidad, cumplimiento normativo y responsabilidad corporativa global.
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Habilidades blandas (soft skills) vinculadas al liderazgo, la empatía y la adaptabilidad.
Formación y atracción de talento: un reto compartido
Las escuelas de negocio, universidades y organismos de promoción exterior tienen ante sí el reto de rediseñar sus programas formativos para alinearlos con las nuevas necesidades del mercado global. Ya no se trata solo de enseñar a exportar, sino de formar líderes globales capaces de integrar la tecnología, la sostenibilidad y la inteligencia de datos en su toma de decisiones.
Las iniciativas impulsadas por cámaras de comercio y agencias de desarrollo han avanzado notablemente en el ámbito de la capacitación digital, el asesoramiento y la sensibilización. Sin embargo, persiste una brecha de competencias digitales e idiomáticas en buena parte del tejido pyme, lo que limita su capacidad para acceder a mercados complejos o digitales.
El reskilling (recualificación) y upskilling (perfeccionamiento de competencias) se han convertido en políticas imprescindibles para mantener la competitividad internacional. Las empresas que apuestan por itinerarios formativos continuos, programas de movilidad y ecosistemas colaborativos de aprendizaje consiguen atraer y fidelizar el talento más valioso.
El nuevo perfil del export manager digital
El export manager tradicional se centraba en la logística, la financiación y la gestión de clientes internacionales. Hoy, el perfil evoluciona hacia el export manager digital o global business developer, un profesional con competencias tecnológicas, analíticas y culturales.
Dominar los marketplaces internacionales, comprender los algoritmos de búsqueda en plataformas como Amazon, Alibaba o Mercado Libre, o interpretar los datos de comportamiento del consumidor global puede tener un impacto mayor que la simple apertura de nuevos mercados geográficos. En muchas pymes, la adopción de estrategias de ecommerce transfronterizo representa el verdadero salto de escala internacional.
Como advierte Laviña-Richi, “todos los analistas coinciden en señalar la escasez de nuevo talento preparado para este desafío. La falta de capacidades digitales, formación e información sigue siendo uno de los mayores obstáculos para la internacionalización efectiva”.
Del talento operativo al talento estratégico
La internacionalización ya no depende únicamente de los productos o de los precios. Depende, sobre todo, de las personas: de su visión global, su conocimiento tecnológico y su capacidad de aprendizaje continuo. Las empresas que integren la gestión del talento como eje estratégico —alineando la formación, la innovación y la cultura organizativa— serán las que lideren la competitividad global en los próximos años.
El futuro del comercio exterior es humano y tecnológico a la vez y la gestión del talento es, más que nunca, la frontera que separa la internacionalización ocasional de la sostenible y transformadora.