Creada en 2012, con el objetivo de estimular tanto el transporte público como el transporte no motorizado (bicicletas), la Ley de Movilidad Urbana está considerada como un gran avance, pero cuenta con sus limitaciones.
Según Jaime Lerner, arquitecto y urbanista, y alcalde de Curiiba en tres mandatos diferentes, y gobernador de Paraná en otros dos, “la ley no resuelve el problema en sí mismo sino que disponibiliza más recursos y acelera inversiones; lo que va a resolver los problemas va a ser el modelo de movilidad que cada ciudad va a adoptar”. Lerner implementó en Curiiba un modelo de transporte público que ha sido exportado a 300 ciudades de todo el mundo (más de 2.000 autobuses de diferentes ipos, 73km de carriles exclusivos, billete único, líneas especiales para conectar barrios y municipios, estaciones de integración, accesibilidad universal en todas las estaciones (los famosos “tubos” que aparecen en la imagen, etc).
Poco a poco, la ley (que otorgó tres años de margen a los municipios para presentar sus programas de movilidad urbana) va surtiendo efecto en el día a día de la población que vive en las grandes ciudades brasileñas. Los carriles exclusivos para autobuses y los carriles-bici, en São Paulo, el BRT en Belo Horizonte y el tranvía VLT de Río de Janeiro son algunos de los ejemplos de transporte colecivo que están siendo incentivados en algunas de las grandes capitales del país. El Banco Nacional de Desarrollo, BNDES, esima que se necesita una inversión de 235.000 millones de reales para afrontar todos los proyectos de movilidad urbana que hacen falta en Brasil. En este sentido, las capitales que más necesitan esa inversión, en función de la demanda son, principalmente, São Paulo (el 35% del total estimado), Rio de Janeiro (el 18%), Belo Horizonte (11%), y Porto Alegre y Fortaleza (ambas con el 6% del total). Todo un reto para Brasil en los próximos años.