Felipe Carballo Ríos.
Doctor en Ciencias Económicas.
En las últimas décadas China, en escenarios de crecimientos del PIB cercanos al 10%, alcanza el segundo lugar en el ranking de la riqueza mundial y un liderazgo en el grupo de los países BRICS. Comienza a poner en práctica una serie de políticas colaterales con objeto de ocupar estratégicamente y financieramente espacios políticos, geoestratégicos y económicos, que considera vitales para afianzar su crecimiento y liderazgo supra mundial, que reclama en su condición de segunda economía del Planeta.
En ese sentido empieza a poner en marcha unas medidas y actuaciones en su comercio exterior marcadas por un dumping comercial y un nulo respeto por la convenciones y acuerdos de la OMC, pero que al día de hoy la han permitido una cuasi monopolización de mercados y países hasta alcanzar una cuota del 15% del PIB mundial, aunque en el camino haya mediado, la depredación sin pudor de más del 35% de la capacidad industrial y cerca del 10% del nivel de actividad y del empleo de los países industrializados o en vías de industrialización.
Como lógica consecuencia de estas políticas, China consiguió un flujo de superávits por cuenta corriente regulares e irregulares que dentro de la opacidad del sistema monetario y fiscal chino se acercarían, o superarían, los 10 Billones de Dólares; es decir, el equivalente a casi diez veces el PIB español. De esta gigantesca cifra se estima que alrededor de 5,5 Billones se fueron a reservas en Dólares y bonos del Tesoro y el resto a un cajón de sastre incontrolado y opaco de subvenciones empresariales y subprimes de todo tipo, desde el mercado hipotecario, hasta los mercados bursátiles, pasando por las cesiones de créditos no reguladas a instituciones financieras públicas y prestamos institucionales a regiones y municipios, así como docenas de multimillonarias líneas de crédito internacionales dedicadas a la promoción y “dumping” comercial y financiero fundamentalmente en África y América Latina etc… además de una gigantesca y creciente inversión en Defensa que triplica en porcentaje del PIB, las cifras respectivas de los EEUU.
China en ese entorno favorable de crecimiento económico imparable, superávits financieros descontrolados y una estabilidad política que le garantiza un régimen de partido único y nula democracia, empieza a poner en pie un conjunto de instrumentos que la permitan la hegemonía mundial a medio plazo, empezando por un modelo financiero propio que pueda competir con el modelo “imperialista” de los EEUU nacido en Breton Wood al amparo del Dólar y criado en Wall Street al amparo de los mercados, para lo cual el éxito de su modelo de “Globalización” y dependencia comercial era decisivo para completar sus políticas geoestratégicas, tanto a nivel regional, entre sus vecinos asiáticos en el Mar de la China y sudoeste asiático cuya anuencia o sumisión necesita para su expansión comercial, territorial y logístico mediante el apoyo político de terceros países tanto emergentes como en vías de desarrollo, africanos o latinoamericanos, claramente dependientes de la economía china.
Es bajo esta óptica como se puede entender en toda su complejidad un conjunto de actuaciones económicas efectuadas en el último año, como han sido, por un lado la masiva utilización de su liquidez financiera para por una parte consolidar y dar solvencia al yuan para su utilización como moneda de cuenta, depósito y pago en los mercados y plazas comerciales y financieras, en competencia directa con el Dólar en primer lugar y el Euro y la Libra en segundo, para lo cual su nivel de reservas en Dólares y Bonos del Tesoro disponibles y la teórica solvencia de su oscuro sistema financiero así se lo permitían; por otra, comenzar a abrir en paralelo sus Mercados para convertir la Bolsa de Shanghái en un referente fundamental capaz de competir y sustituir a Wall Street, ampliando e internacionalizando su financiación externa y negociación en yuanes. En tercer lugar, promover y liderar nuevas Instituciones Financieras Multilaterales al margen de las actuales, previendo su sustitución futura en competencia con el FMI, el Banco Mundial y otros bancos de Desarrollo Regionales surgidos al amparo de los Acuerdos de Bretons Wood. En este último apartado los primeros pasos ya se han dado mediante la creación y financiación el Gobierno Chino de dos Bancos Multilaterales; uno el Banco Asiático de Inversión para Infraestructura (AIIB en sus siglas en Ingles), para ejecutar regionales que debería hacer la concurrencia financiera y política al Banco Asiática de Desarrollo (BAD) a semejanza del Banco Mundial, además del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), como embrión de un nuevo FMI apadrinado conjuntamente por los BRICS.
Parece claro que estas actuaciones no podían dejar indiferentes a los Mercados, Instituciones Multilaterales y Economías afectadas, que aprovechando la crisis de crecimiento mundial y su repercusión en la economía china que se presume tendrá este año un crecimiento real del PIB, inferior al 4,5%, han mostrado serias dudas sobre su solvencia y transparencia a corto y posiblemente medio plazo, penalizando además su elevado nivel de endeudamiento estimado en el 280% de su PIB: es decir, 30 Billones de Dólares. Esta deuda en la que se intuye un nivel de subprimes que podría superar el 20% (casi 6 Billones de Dólares), cifra cercana a las suprimes de la crisis de Wall Street de 2008, como pasivos a dotar sin contar las aportaciones públicas para limitar la explosión de las burbujas de la Bolsa de Shanghái y Hong Kong (con caídas del 35%) después de crecer especulativamente más del 150% en un año y medio; casi tanto como la primera burbuja de la que se tiene noticias, la de los tulipanes en el Ámsterdam del siglo XVII.
Si a todo esto le unimos la rebaja por el Banco Popular de China del tipo de interés de referencia del yuan hasta el 4,6%, que puede haber costado mas de medio Billón de Dólares para mantener su paridad y limitar las desinversiones, deslocalizaciones y salidas o fuga de capitales en los últimos meses, no es difícil llegar a la conclusión que las reservas Chinas por ventas de sus activos monetarios (Dólares) y cuasi monetarios (Bonos del Tesoro EEUU) podrían verse mermadas en más de un 40% por crisis, cuyas secuelas de desconfianza y dudas sobre su solvencia sin lugar a dudas pondrán en cuestión sus políticas de liderazgo mundial y ni qué decir tiene que el “Cuento de la lechera” chino tendrá por el momento que esperar.