José María Triper
Corresponsal económico de elEconomista.
Unos presupuestos expansivos con rebajas fiscales, aumento del gasto público, subidas salariales y mejoras de las pensiones para conseguir que la recuperación llegue, por fin, a la economía real.
Esta es la receta del Gobierno para recuperar el voto perdido e intentar ganar las elecciones con mayoría suficiente. Y para ello cuenta con el apoyo implícito de Bruselas y de la todopoderosa Ángela Merkel, que no están dispuestos a consentir otra tragedia griega pero ahora en la cuarta economía del euro.
No olvidemos que España aporta más del 11 por ciento del PIB de la eurozona frente al 1 por ciento de Grecia; que ese peso económico fue el que nos salvó del rescate porque en la UE no había dinero para hacerlo y se cambió por la fórmula encubierta de las ayudas a los bancos; y que un posible gobierno de las sucursales de Syriza y Tsipras en Madrid supondría un rejón de muerte para el proyecto europeo y la moneda única.
Por eso en Bruselas y en Berlín se tiene claro que hay que aflojar las riendas para España y hacer manga ancha, sin desmadres, con los objetivos del Plan de Estabilidad.
Aquí es donde entran las rebajas del IRPF y Sociedades, o las subidas de pensiones y salarios, la devolución de las pagas a los funcionarios y el aumento de la inversión pública estatal.
Y, aunque todavía no hay conversaciones ad hoc, en los contactos informales sí se puede vislumbrar una predisposición favorable al relajamiento de las políticas de ajuste sin descartar el permiso para posibles rebajas en el IVA. No de los tipos, pero si para pasar algunos productos y servicios del general al reducido, incluyendo en ellos el polémico IVA cultural que bajaría del 21 al 10 por ciento.
No son más que las recetas que los llamados “barones” y los ministros que forman la “congregación mariana” -José Manuel García-Margallo, Jorge Fernández Díaz, Ana Pastor, José Manuel Soria y el ex de Agricultura Miguel Arias Cañete- han prescrito al Presidente, conscientes de que el PP se ha convertido para los votantes en un partido de derechas amenazado por la abstención y por la fuga a Ciudadanos.
Incluso, me apuntan en círculos próximos a La Moncloa, que este miedo a la helenización de España sería una de las bazas a jugar para dar la vuelta a las quinielas y conseguir la presidencia del Eurogrupo para Guindos.
“Nuestro voto se ha perdido claramente por el centro y se ha perdido sobre todo por la abstención”, admitía Rajoy al anunciar los cambios en la dirección del partido, lo que evidencia que, aunque tarde, el mal se ha localizado. El problema es ahora saber si hay tiempo suficiente para remediarlo.
Las palabras del propio Rajoy en el Comité Ejecutivo Nacional de su partido anunciando que si la recaudación lo permite -y en estos momentos si lo hace- no descartaba nuevas rebajas fiscales. O las de la vicepresidenta el viernes avisando de que los de 2016 “serán unos presupuestos de crecimiento” son señales de que algo se mueve aquí, en Bruselas y en Berlín que, a fin de cuentas, son los que deciden.