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Requiem por 65.000 exportadores

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José María Triper
Corresponsal económico de elEconomista.


El dato es escalofriante. Son más de 65.000 las pequeñas y medianas empresas españolas que abandonaron su aventura en los mercados exteriores durante 2013, mientras que la media de abandonos es de 50.000 pymes anuales en el último quinquenio.

Una mortalidad en el frente internacional que revelaba el presidente de Cepyme, Jesús Terciado, durante la inauguración de la reciente edición de IMEX Impulso Exterior, el certamen anual de referencia en España, y que enciende una luz roja sobre la idoneidad y la eficacia de las políticas de internacionalización empresarial de las distintas Administraciones, cámaras de comercio y organizaciones empresariales con competencias en la promoción exterior.

Porque, además, este no es el único síntoma de que algo grave está ocurriendo, porque, ya a finales del año pasado, Funcas avanzaba con cifras oficiales, que el número de empresas que exportan de forma regular bajó de 39. 641 a 38.341 desde el inicio de la crisis, mientras que el porcentaje de exportadores caía desde el 39,1 por ciento en 2008 hasta sólo el 28 por ciento en 2013.

Y es cierto también que durante los dos últimos ejercicios, en cifras netas, el número de empresas exportadoras empieza a recuperarse con crecimientos sostenidos del 3 por ciento en 2012 y del 7,3 por ciento durante el último ejercicio. Pero no deja de ser preocupante el hecho de que unos momentos en los que las exportaciones son junto al turismo el motor de la recuperación económica de España y cuando la caída de la demanda interna es un acicate para vender e invertir fuera de nuestras fronteras, muchas de las empresas que se abren al exterior tengan que morir en el intento.

El acceso al crédito, el contacto con nuevos clientes y la falta de personal cualificado siguen siendo los lastres fundamentales que soportan nuestras pymes exportadoras, a los que se añaden, como hace 20 años, la tradicional escasez y dispersión de los recursos públicos de apoyo, la descoordinación de las múltiples actuaciones programadas y la falta de ayuda y asesoramiento en lo que podríamos denominar la segunda fase de la exportación.

Porque hasta ahora los apoyos institucionales a los nuevos exportadores se concentran casi exclusivamente en la fase de preparación a la salida y de búsqueda de mercados y clientes potenciales, pero una vez superada esta etapa el exportador se encuentra sólo cuando precisa de asesoría, estímulos fiscales y tecnológicos y acompañamiento para continuar.

Como cantaba Julio Iglesias, “la vida sigue igual”, o casi. Al menos para el sector exportador.

José María Triper
Corresponsal económico de elEconomista.

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