La alta velocidad española no sólo es una referencia en sí misma (es la segunda del mundo en kilómetros de vía rápida – 300 km / hora- , por detrás de China y adelantando a Francia), sino que su desarrollo ha permitido a España estar presente en los más importantes concursos y licitaciones del mundo y lograr algunos de ellos.
El ya conocido consorcio español (liderado por Talgo, Renfe, Adif y OHL) que se acabó adjudicando el AVE de Medina-La Meca, un megaproyecto presupuestado en más de 6.700 millones de euros es sólo un ejemplo y una puerta de entrada, ya que las empresas confían en que Oriente Próximo sea uno de los focos del negocio y abren sedes en Catar, Emiratos Árabes y Arabia Saudí. España, además, lidera todo el proceso de producción, desde ingenierías y constructoras hasta fabricantes de material rodante o catenarias, proveedores tecnológicos, operadores, mantenimiento, etc.
Como dato, baste observar que países como Estados Unidos han enviado observadores a la Península para recopilar datos sobre el terreno para llevar a cabo su propio tejido de alta velocidad. España, bien dentro de consorcios internacionales, o bien formando sus propios conglomerados para competir, cuenta con empresas constructoras punteras en el sector como OHL, ACS, Ferrovial, FCC, Acciona y Sacyr; tecnológicas de muy alto nivel como Indra, CAF, Talgo, Abengoa o INECO.
Detenido el sector en España, estas compañías buscan los mejores contratos en países en pleno desarrollo como Rusia, Brasil, Turquía, Malasia o Singapur, sin perder de vista California en Estados Unidos. Dragados (grupo ACS), Ferrovial y Acciona, planean entrar en un proyecto que conectará San Diego, Los Ángeles y San Francisco y que se valora en unos 43.000 millones de dólares (unos 32.000 millones de euros).