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Financiación de proyectos de infraestructura en Brasil

Opinión-Garrigues

Jaime L. Iglesias Gallardo
GARRIGUES* BRASIL


Después de un período de relativa tranquilidad y optimismo, la economía brasileña está atravesando por un momento económico de ciertas incertidumbres. Sin embargo, entre las incertidumbres, hay un consenso que ni el período pre-electoral – las elecciones presidenciales tendrán lugar en 2014 – parece capaz de amenazar: la inversión en infraestructuras es esencial para el país.

En este contexto, la participación del sector privado en el programa de inversión en infraestructuras lanzado por el Gobierno recientemente (que prevé inversiones en carreteras, ferrocarriles, puertos y aeropuertos que podrían alcanzar los 500.000 millones de Euros) se manifiesta imprescindible; y lo ideal es que esta participación no se limite a los inversores interesados en la ejecución de los proyectos, sino que también incluya a las entidades privadas interesadas en financiarlos.

A día de hoy, el Banco Nacional de Desenvolvimento Econômico e Social (BNDES) – banco de fomento oficial de Brasil – es prácticamente la única fuente de financiación a largo plazo para proyectos de infraestructura y el BNDES ya ha dado señales de que no tendrá condiciones de atender a toda la demanda de financiación sobre la mesa.

Bajo estas circunstancias, en las últimas semanas se ha venido planteando la cuestión acerca de cómo aumentar la participación de bancos privados en el programa de inversión en infraestructuras, lo que ha desembocado, según recientes noticias, en un acuerdo alcanzado entre el Gobierno y los principales bancos privados con actuación en Brasil –entre ellos Itaú Unibanco, Bradesco, Banco Santander, BTG Pactual, JPMorgan, Bank of America, Safra, Banco do Brasil y Caixa Econômica Federal– que se habrían comprometido a participar más activamente de la financiación de proyectos de infraestructura.

Las condiciones de financiación para los distintos proyectos todavía se están definiendo. Sin embargo, en relación con las carreteras objeto de licitación –que, según los cálculos del Gobierno, exigirían inversiones de 50.000 millones de Euros aproximadamente– los bancos privados ya se habrían comprometido a financiar hasta el 70% de las inversiones, a través de créditos a largo plazo (30 años), con cinco años de carencia y tipo de interés TJLP[1] + 2%, conforme se ha vehiculado en los medios de comunicación.

A estos efectos, los bancos se organizarían en sindicatos y contarían con el funding de largo plazo del BNDES. Según el Gobierno, también se ofrecerían préstamos puente para financiar las inversiones durante la fase de estructuración de los proyectos.

Asimismo, el Gobierno está analizando la posibilidad de eliminar la incidencia del Impuesto de Operaciones Financieras (IOF) sobre la financiación de proyectos de infraestructura, lo que también contribuiría a incentivar la participación de los bancos privados en dichas operaciones.

Todo este esfuerzo parece ir en la buena dirección. De un lado, esto permitirá que, gradualmente, el BNDES pase a concentrar sus esfuerzos en aquellos proyectos de interés público no financiables por el sector privado, atendiendo así a su naturaleza de banco de fomento.

De otro lado, y desde la perspectiva de la banca privada, los acuerdos alcanzados abren espacio para un nuevo producto que antes no podían ofrecer en condiciones competitivas. Dichos productos serán especialmente interesantes para aquellos bancos internacionales que ya financian proyectos de largo plazo en otros países y podrán así aprovecharse de su know how en Brasil, como es el caso del Banco Santander, que no sólo declaró públicamente su interés en participar de la financiación de los proyectos de infraestructura del Gobierno brasileño, sino que también confirmó su intención de destinar US$ 10.000 millones a los mismos.

Finalmente, los promotores y constructores pasarán a contar con más fuentes de financiación a largo plazo, dejando el BNDES de ser la única alternativa posible. Además, dado que los bancos privados suelen gozar de una mayor flexibilidad, se espera que puedan ser más ágiles a la hora de estructurar y otorgar los créditos, lo que permitiría un acercamiento de Brasil a la práctica internacional de financiación de proyectos.

Es cierto que los compromisos y acuerdos alcanzados a fin de que se incremente la participación de bancos privados en el programa de inversión en infraestructuras no bastan, por si solos, para consolidar la participación de estos en los proyectos de infraestructura brasileños. Para ello, Brasil debe seguir trabajando con vistas a mejorar los marcos regulatorio y contractual de las inversiones a largo plazo en el país. En cualquier caso, lo hecho hasta ahora es una señal importante de la preocupación del Gobierno en esta materia y, a la vez, un estímulo a la participación de empresas españolas en dichos proyectos.

Jaime L. Iglesias Gallardo
GARRIGUES* BRASIL
* GARRIGUES es miembro-fundador de la red global de despachos fiscalistas independientes TAXAND

[1] Tipo de interés a largo plazo fijado por el Conselho Monetário Nacional y publicado hasta el último día hábil del trimestre inmediatamente anterior al de su vigencia. La TJLP de julio a septiembre de 2013 asciende al 5%.

 

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