José María Triper
Corresponsal económico de elEconomista.
Primero laminaron el Estado de Bienestar y ahora amenazan con destruir el Estado de Derecho y la seguridad jurídica. Estos son los líderes que tenemos en esta Unión Europea de nuestras desdichas. Y, por eso, cada cumbre europea que se celebra recuerda más a ese Baile de los Vampiros sedientos de sangre y destrucción.
Un baile en el que ya dejaron sin sangre y, lo que es peor, sin esperanza, a Grecia y Portugal, y que ahora ha vuelto sus ojos encendidos hacia Chipre, para hacer pagar a los inocentes ciudadanos ahorradores la codicia y mala gestión de sus gobernantes y de sus banqueros.
Y, lo hacen, además, vulnerando uno de los principios fundamentales de la Unión, la inviolabilidad de los depósitos bancarios, poniendo en peligro la estabilidad financiera de toda la eurozona. Porque en un sistema de moneda única el tamaño del PIB no importa, puesto que lo que se resiente es la moneda y, el euro, como dicen de Hacienda, somos todos. O, ¿es que acaso han olvidado que, justo al inicio de esta crisis fueron todos los líderes europeos los que impulsaron un acuerdo para garantizar los depósitos bancarios de la zona euro, con el loable objetivo de evitar la desconfianza de los ciudadanos y el miedo a una oleada de ahorradores retirando sus dineros de las entidades financieras.
Un nuevo error que ha colocado otra vez a las economías europeas, especialmente a las periféricas del sur, a los pies de los caballos de los mercados y en riesgo de una fuga de capitales derivada de incertidumbre. Un tremendo error y una contradicción con los principios fundacionales y con las más elementales prudencias económicas que, como decía acertadamente Alfredo Pérez Rubalcaba, si no tiene padre -ahora nadie quiere asumir la responsabilidad en el desastre- si tiene una madre, la ortodoxa y obcecada Angela Merkel. Esa gran hacedora de euroescépticos, que parece quiere encarnar en sí a todos los jinetes del Apocalipsis. El hambre y la peste ya las ha empezado a sembrar entre los países rescatados y entre los que sin serlo, como Italia o España, se han sometido a sus designios y a la intervención suave.
Y, si no, ahí tenemos a nuestro Mariano Rajoy empeorando la previsión de crecimiento de la economía española para el año en curso, ante la constatación de que Alemania va a impedir cualquier medida lógica y sensata de estímulos para abandonar la recesión. O al ministro Montoro con su tasa sobre los depósitos bancarios, que no es lo mismo de Chipre, pero lo recuerda. Porque, en este baile de vampiros Cristóbal Montoro es un convidado de piedra del que no se sabe qué destacar más, si sus excesos verbales o su falta de sentido de la oportunidad.
“Se está cargando mi Europa”, aseguraba hace un par de años, el ex canciller Helmut Kohl, refiriéndose a su sucesora, la hoy todopoderosa “emperatriz”, al frente del Gobierno y de los conservadores alemanes. Y, lamentablemente, hoy la profecía está cada vez más cerca de cumplirse.