Antonio García Rouco
Director general de FICO(*) para España y Portugal.
Hace unos años, el fraude cometido con tarjetas de pago en Reino Unido suponía el 45% del total de Europa. Esta situación llevó a los emisores del país a buscar métodos que ayudaran a reducir las pérdidas a los bancos y a mejorar, en definitiva, la relación de las entidades financieras con los clientes, desde un punto de vista de incremento de la seguridad y de la detección previa. Tras años de investigación y prueba, la adopción de tecnologías de chip y PIN, así como la implantación de sistemas de gestión de fraude basados en analítica, han convertido al Reino Unido en uno de los estandartes de la lucha contra el fraude. En la actualidad, el fraude cometido en ese país representa sólo el 29% del total en Europa y se han ahorrado unos 177 millones de euros.
Sin embargo, esta situación no significa que el fraude global en el continente se haya reducido; los defraudadores han trasladado sus centros de operaciones a otros países donde las medidas de seguridad son más débiles, como Alemania o Francia. Aunque el pico en fraude cometido con tarjeta se alcanzó en 2008, los niveles actuales siguen siendo muy altos y, a pesar de las millonarias inversiones en soluciones y tecnologías que incrementen la seguridad en las transacciones, los mercados claves siguen representando un hueco de fácil entrada para los malhechores.
Aunque en la mayoría de regiones, el fraude está disminuyendo poco a poco gracias a la adopción de los sistemas de prevención analítica y a la implantación de nuevas tecnologías de control, sigue habiendo una docena de países en los que sería aconsejable trazar nuevas estrategias de seguridad porque el fraude sigue creciendo. Entre ellos, destacan EE.UU., Francia, Grecia, Países Bajos, Alemania, Suecia, Australia, Colombia o Rusia, según datos de Euromonitor International. El fraude en estos países, junto con Vietnam, Arabia Saudí, representa casi el 80% del total en el mundo, unos 10.000 millones de dólares. El hecho de que EE.UU. sea uno de los pocos países del mundo en el que la práctica totalidad de la seguridad se basa solamente en la banda magnética, le convierte en el líder en fraude, con 6.600 millones perdidos en un año debido a esta causa. Adoptar tecnologías como el chip o el PIN puede ser costoso en un inicio para los emisores de tarjetas y para los comercios, pero, tal y como muestra Reino Unido, la inversión es más que necesaria para mejorar la situación de los balances de pérdidas, para mejorar la fidelidad de los clientes y para luchar contra el fraude.
El fraude con tarjeta en España
En España, los niveles de fraude crecieron un 17% entre 2006 y 2009 y, aunque se han reducido en los últimos años, aún son un 8% superiores a las cifras de 2006, con tendencia a la baja. En nuestro país destaca el hecho de que no exista fraude con tarjetas falsificadas localmente, debido a las tecnologías utilizadas en los cajeros automáticos. Sin embargo, los delitos con tarjetas falsas emitidas en el extranjero han crecido un 33% desde 2006, por lo que aún representan cerca de la mitad de las pérdidas totales por fraude. La otra mitad la componen los fraudes cometidos con tarjetas robadas o perdidas, a pesar de las dificultades que encuentran los delincuentes a la hora de utilizar las tarjetas robadas, ya que los comercios exigen identificación fotográfica del propietario de la tarjeta. El uso de la banda magnética implica también que se necesite la tarjeta real a la hora de cometer delitos por lo que en su mayoría, los fraudes ocurren debido a robos y no a falsificaciones.
Las tecnologías de chip y PIN se empezaron a utilizar en España en 2008 (frente a otros países en 2005), lo que muestra la importancia del uso de estas medidas de seguridad a la hora de reducir el fraude. En nuestro país, el fraude aún representa pérdidas para el sector por valor de 198 millones de euros al año mientras que en Francia se superan los 314 millones de euros anuales o los 142 millones en Alemania.
Fraude con tarjetas en transacciones online
En toda Europa destaca el incremento del fraude en las operaciones en las que no se precisa la tarjeta de forma física. El incremento de la protección en las tarjetas, especialmente el uso de chip y PIN, ha provocado que los delincuentes dirijan sus acciones a Internet, donde hay mayores facilidades de cometer fraude que en sitios físicos. La respuesta a los fraudes con tarjeta en los que no se necesita de presencia ha sido más lenta, por lo que se han visto afectadas no solo la reputación de las entidades, sino también la eficiencia operativa y la experiencia de los usuarios, pero el creciente uso del protocolo 3D Secure, utilizado tanto por VISA como por MasterCard, y al que se está uniendo American Express, cambiará la situación. Por otro lado, si se aprovechan las capacidades avanzadas de analítica de comportamientos, los emisores de tarjetas y los bancos pueden mejorar la experiencia de los clientes y la eficiencia operativa detectando de forma precisa los pagos sospechosos y automatizando las decisiones en pagos genuinos en tiempo real.
En definitiva, la adopción de tecnologías adicionales de seguridad como el chip o el PIN han demostrado ser muy eficaces a la hora de luchar contra el fraude en tarjetas y un gran ejemplo de ello es Reino Unido o incluso España. Esto, junto con la adopción de sistemas de gestión que sean capaces de realizar perfiles dinámicos, analítica de redes neuronales y modelos que se adapten automáticamente de forma que, ofreciendo una experiencia de usuario muy positiva, se protejan las cuentas corrientes y de ahorro de los clientes, será la clave para reducir el fraude con tarjetas en Europa.
Antonio García Rouco
Director general de FICO(*) para España y Portugal.
* FICO es una empresa con más de 50 años de historia especializada en la gestión de riesgos, en lucha contra el fraude financiero y en la toma de decisiones inteligentes.