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Opinión

El chándal olímpico y nuestra política industrial

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Joaquim González Muntadas
Secretario General de FITEQA CCOO.


La actualidad nos proporciona un ejemplo más valioso que cien páginas de que “no hay política industrial útil sin innovación”, en relación a los estímulos que las Administraciones Públicas pueden realizar sobre sectores innovadores que hoy están faltos de financiación y consumo. La noticia sobre el chándal uniforme que lucirán nuestros deportistas en los próximos Juegos Olímpicos de Londres es el ejemplo de que, por segunda vez en ocho años, se ha perdido la oportunidad de aprovechar este posible estímulo innovador para nuestro Sector de la Moda.

No hago esta referencia por el hecho que los uniformes parezcan salidos de un concurso de disfraces, lo relevante es que el COE no ha encontrado -es probable que ni lo buscara- respuesta en la industria de la moda en España, y nadie, ni Gobierno, ni Sector de la Moda han intuido lo que un encargo de estas características podría representar para las empresas como empuje hacia la innovación y generación de alianzas en torno a la fabricación, diseño, futura comercialización y, en suma, en la proyección y promoción de marca, porque el sector de la moda es un paradigma de nuestra realidad industrial y de los sectores con escasez de demanda pero no de oferta de innovación.

Siendo cierto que España no es líder en prendas y marcas deportivas -pero no menos que Rusia- en cambio, tenemos el gran potencial de nuestras primeras marcas internacionales en moda de calzado, perfumería, complementos, piel, confección y genero de punto; el potencial de tener empresas punteras en textiles técnicos y también algunos buenos centros tecnológicos especializados en el textil y el calzado. Y finalmente, en el caso de los uniformes de las próximas olimpiadas, el potencial de tener buenos, famosos y admirados deportistas.

En estos tiempos en que las esperanzas para salir de la crisis están depositadas en el carácter emprendedor, si existiera más voluntad política y especialmente menos conformismo empresarial, o si, como en otros muchos países, existiera más compromiso de las administraciones públicas con los diversos estamentos del país y con las necesidades de nuestra industria, y si tuviéramos voluntad, inconformismo y capacidad de riesgo, quizás habríamos detectado oportunidades para reforzar un sector industrial que solo desde la innovación tendrá su futuro, porque moda en otras palabras es innovación.

Nos falta ambición empresarial para innovar y nos cuesta trabajar en la nueva economía en red, promoviendo alianzas empresariales y aprovechando sinergias de entornos y proyectos comunes. En este sector marcado por el pequeño tamaño de las empresas, hay que superar hábitos y costumbres poco cooperativos ante los grandes esfuerzos que se exigen en materia de innovación, diseño, comercialización, promoción, distribución e internacionalización, que superen la división de los diversos sectores que hasta ayer han navegado en su propia barca y que hoy, por el temporal de la crisis pero también por la amplitud de los mares de la globalización, obligan a navegar en un trasatlántico común que construya el conjunto del sector de la MODA con el pabellón MODA ESPAÑA reconocido por su calidad y también por su ética de respeto de los derechos fundamentales del trabajo.

Este sector de nuestra economía está lleno de potencialidades y ya contó durante unos años con un fuerte diálogo social entre patronales y sindicatos, y que con el objetivo de amortiguar los efectos sociales y acompañar la adaptación del sector a la desaparición de los aranceles y al mercado global, permitió acordar los Planes de Apoyo con los anteriores gobiernos del PP y del PSOE para la innovación laboral.

Aprovechemos el debate social -chistes incluidos- que han provocado nuestros futuros chándales olímpicos, y el sonrojo de ver cómo otros países con los que nuestra industria compite día a día no han desaprovechado la ocasión para reforzar sus marcas y su industria de la moda. Una industria que en España requiere de esfuerzos e inversiones, también de las Administraciones Públicas, para potenciar las palancas de innovación, formación, alianzas empresariales, comercialización e inversiones, encaminadas a reactivar la productividad y el empleo estable del que estamos tan necesitados.

Precisamos un nueva cultura industrial que apueste por la cooperación y la colaboración entre los diversos protagonistas que conforma el amplio Sector de la Moda, aunando los esfuerzos de todos, patronal, sindicatos, gobierno central y autonómicos y de toda la cadena de producción desde la creación, el diseño, la fabricación, la distribución, la promoción, las pasarelas, hasta los canales de comercialización. Nos urge dar el paso ya consolidado en otros países con su “Sistema Moda” entendiendo el Sector de la Moda como la integración de todas sus actividades, que van más allá del vestuario, que incluya los accesorios, joyería, cuero, calzado, marroquinería, gafas, cosméticos, etc. Ya que moda, además de una realidad económica y tecnológica, es también una manifestación cultural donde se expresan factores psicológicos y sociales, estéticos y simbólicos.

Joaquím González Muntadas
Secretario General de FITEQA CCOO

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