Francisco Soler y Begoña Suso
Garrigues Shanghai
El capital mínimo para la constitución de empresas extranjeras depende del tipo de ente jurídico y del sector de actividad |
Las tres figuras más utilizadas por la inversión extranjera son las oficinas de representación, las sociedades mixtas (o joint ventures) y las sociedades de responsabilidad limitada participadas al 100% por inversores extranjeros. En China, a diferencia de lo que sucede en otros países, cada una de estas figuras, está sometida a una regulación especial, a la que se aplica, de forma supletoria, la Ley de Sociedades china.
Las Oficinas de Representación suelen ser uno de lo medios más comúnmente utilizados por las empresas para su primera etapa de inserción en el mercado chino. Las Oficinas de Representación no poseen personalidad jurídica y, en general, no tienen permitido realizar actividades que le reporten beneficios, sino que éstos deben ser siempre generados por la matriz. Tras las nuevas circulares aprobadas en 2010, las autoridades pretenden limitar el uso de este vehículo estableciendo mayores restricciones.
Una segunda forma de entrada típica en el mercado chino es la constitución de una sociedad o empresa mixta, conocida también como Joint Venture. El concepto tradicional de Joint Venture que existe en los países occidentales no se corresponde con el determinado por la legislación de la República Popular China. De acuerdo con ésta, una Joint Venture es una sociedad participada por capital extranjero y capital chino. Hasta hace poco tiempo, ésta ha sido la forma más habitual de implantación en China debido a las restricciones existentes en distintos sectores económicos y a la ayuda que implica emprender la aventura china de la mano de un nacional conocedor del mercado y que posea buenas relaciones con las autoridades y demás agentes económicos.
No obstante, en estos momentos, tras la progresiva liberalización producida en China desde su adhesión a la Organización Mundial del Comercio y el consiguiente levantamiento de muchas de las restricciones existentes, la inversión extranjera tiende a canalizarse de forma mayoritaria a través de sociedades de responsabilidad limitada participadas al 100% por capital extranjero ya que, si bien con éstas no se tiene acceso a los conocimientos y contactos que el socio chino puede aportar, sin embargo permiten controlar más la gestión de la inversión.
En cualquiera de los casos anteriores, la implantación en el mercado chino mediante los vehículos expuestos con anterioridad, así como la adquisición de sociedades ya constituidas, está sujeta a la aprobación de las autoridades chinas.
El capital mínimo para la constitución de empresas extranjeras depende del tipo de ente jurídico y del sector de actividad así como de los requisitos de las autoridades locales, pues de acuerdo con la ley el capital social debe ser adecuado para cumplir con el fin social. Los requisitos formales para la constitución de sociedades en China son, por lo general, largos y burocráticos.
En China existen tributos de naturaleza directa y tributos de naturaleza indirecta (los principales el IVA aplicable a los bienes y el Business Tax aplicable a los servicios). Quizás una de las notas más destacables, y a la vez diferenciadoras del sistema tributario chino está justamente en el citado Business Tax. Éste es un impuesto que grava la prestación de la mayoría de los servicios, así como la transmisión de bienes intangibles e inmuebles. A diferencia del IVA, el Business Tax se basa en un sistema de no-repercusión y tampoco es reembolsable, con lo que no resulta neutral para los empresarios. El tipo impositivo varía en función de los servicios prestados, si bien suele estar en torno al 5%.
Existen impuestos análogos o comparables al IS con un tipo general del 25%, al IRPF con tramos progresivos y un tipo marginal con límite en el 45%, al IVA con tipo general del 17% y varios tipos reducidos y un impuesto sobre el consumo.
En algunos supuestos limitados, es posible solicitar algunos incentivos fiscales y deducciones en función de la actividad, principalmente para empresas tecnológicas con inversión en I+D y actividades medioambientales.
En lo referente al marco jurídico laboral, tras la nueva legislación que entró en vigor el 1 de enero de 2008, se puede afirmar que el nivel de protección del sistema laboral chino es similar al existente en España. Los contratos de trabajo pueden ser por períodos limitados hasta un máximo de 2 contratos de duración determinada por empleado, la duración máxima de la jornada ordinaria de trabajo es de 40 horas semanales y existe un salario mínimo (significativamente menor que el español y que varía de una ciudad a otra) así como indemnización de un mes por año trabajado en caso de despidos. La ley establece un listado de causas muy limitadas que permiten la resolución anticipada.
Existe regulación relativa a descanso obligatorio semanal y días festivos (11 anuales) así como un periodo de vacaciones mínimo que depende de la antigüedad del trabajador (entre 5 y 15 días laborales).
Francisco Soler y Begoña Suso
Garrigues Shanghai